¿Has estado alguna vez en nuestro mundo nocturno?

Su nombre significa literalmente «noche», pero no vivimos en la oscuridad.

El infierno viene hasta nuestras ciudades y nuestras gentes, causa estragos en la tierra que vuelven el cielo negro como la arpillera y el suelo escupe muerte incandescente.

No es un mundo acogedor, este mundo, pues monstruos acechan en sus fuliginosas profundidades y la muerte se encuentra tan sólo a un paso de los descuidados, los incautos, o los desafortunados.

No es un mundo muy poblado, porque gran parte de él no puede ser poblado.

Las montañas son lugares inhóspitos y escarpados, y sus cimas están envueltas en gases tóxicos.

Los desiertos abundan, y son terrenos desolados, llanuras implacables de ceniza.

Nuestros pocos ríos son venas de ácido y álcali, teñidos por el sulfuro del suelo.

Carecemos de bosques, a excepción de las arboledas petrificadas que acechan en las calientes sombras de nuestros picos más altos. Nuestra fauna alza el vuelo con alas de cuero o caza en las dunas con colmillos y garras.

Es serpentina y reptil; quitinosa y sauria.

Pero esta tierra quebrada es nuestro hogar, y lo defendemos con nuestra sangre y nuestro aliento.

Pobre de aquel que venga con intenciones de atacarlo, pues hallará aquí un lugar verdaderamente terrible.

Miembro desconocido de una tribu nocturniana de Themis.