Querida Maria:
Imagino que cuando me diste este diario no creías que fuera a dar mucho de sí, pero aquí lo tienes. Lo he escrito para ti. Cuando me lo regalaste me dijiste que querías entenderme. Sigo sin estar muy convencido de que puedas llegar a entender lo que he hecho, pero no pierdo la esperanza.
Ahora eres una parte importante de esta historia, mucho más de lo que me esperaba cuando empecé. Lo único que he hecho ha sido escribir. Y este es el resultado. Aquí estoy, en unos cuantos cientos de páginas insignificantes.
No sé si he pecado, ni tan siquiera si existe el pecado como tal. Si existe, supongo que he sobrepasado mi cuota con creces. Quizá debería importarme, pero me da igual. Lo único que me importa ahora es que Christopher y tú estéis a salvo. Lo demás se solucionará por sí solo.
Os quiero. Con cariño,
JOE