A Ivonne y Carlos Barral, Cecilia y Federico Camino, Adita y Germán Carnero, Maite y Pepe Esteban, Margarita Benavides y Ricardo Letts, Cecilia Hare, Maricruz y Daniel Sueiro, hermanos nunca tan bien escogidos;

a Doris de Cossío (basta con llamarla Dorotea), Eduardo Nugent Valderomar, el amigo más maestro, Manuel Barnechea, en La Puerta del Gallero, y Maite Igartua Bryce, en este mundo de muchas ostras y muy pocas perlas, por días de champán y ostras y perlas de ternura en el viejo canal de Palavás;

y a ti, nuevamente, Sylvie, porque hemos ejercido siempre el derecho de amar y sufrir como nos viene en gana, por nuestro reencuentro, tan Lafaye de Micheaux, da Stanley Tomshinsky, y porque en la pintura, sólo nosotros lo sabemos, el siglo empieza con Kandinsky y termina con Tomshinsky.