Llega el Socorro de Invierno
Con trompetas del infierno
Hasta la casa más pobre.
Sacan harapos y panes,
Se meten por los desvanes
Y quieren que nada sobre.
El mismo que a su hermano pega
Pretende luego hacerle entrega
De una limosna a toda prisa.
Pero es un disparate:
Se les queda en el gaznate
Y el Heil Hitler les da risa.
Karlsruhe, 1937. Dos miembros de la SA traen un paquete del Socorro de Invierno a la habitación de una anciana, que está sentada a la mesa con su hija.
PRIMER HOMBRE DE LA SA: Bueno, abuela, esto te lo manda el Führer.
SEGUNDO HOMBRE DE LA SA: Para que no diga que no se ocupa de usted.
LA ANCIANA: Gracias, gracias. Patatas, Erna. Y un jersey de lana. Y manzanas.
PRIMER HOMBRE DE LA SA: Y ahí dentro hay una carta del Führer para usted. ¡Ábrala!
LA ANCIANA, abriendo la carta: ¡Cinco marcos! ¿Qué te parece, Erna?
SEGUNDO HOMBRE DE LA SA: ¡Es el Socorro de Invierno!
LA ANCIANA: Tiene que coger una manzanita, joven, y usted también. Por haber traído el paquete y haber subido las escaleras. Otra cosa no tengo. Y yo también me voy a comer una.
Muerde una manzana. Todos comen manzanas, menos la joven.
LA ANCIANA: Coge una, Erna, ¡no te quedes ahí parada! Ya ves que las cosas no son como dice tu marido.
PRIMER HOMBRE DE LA SA: ¿Qué dice su marido?
LA JOVEN: No dice nada. La vieja no hace más que parlotear.
LA ANCIANA: No, también lo dice él, nada malo, saben, lo que dicen todos. Que los precios han subido un poquito en los últimos tiempos. Señala con la manzana a su hija. Y la verdad es que ella ha calculado, con la libreta de la casa, que este año ha necesitado ciento veintitrés marcos más que el pasado. ¿Verdad, Erna? Se da cuenta de que, al parecer, a los hombres de la SA no les ha sentado bien lo que ha dicho. Pero eso es sólo porque hay que armar al país, ¿no? ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?
PRIMER HOMBRE DE LA SA: ¿Dónde guarda la libreta de la casa, joven?
SEGUNDO HOMBRE DE LA SA: ¿Y a quién enseña esa libreta de la casa?
LA JOVEN: Es sólo para la casa. No se la enseño a nadie.
LA ANCIANA: Eso no puede parecerles mal, que lleve una libreta de la casa, ¿no?
PRIMER HOMBRE DE LA SA: ¿Y que ande propalando barbaridades, tampoco puede parecemos mal, verdad?
SEGUNDO HOMBRE DE LA SA: Tampoco he oído que, al entrar nosotros, dijera muy alto Heil Hitler. ¿Lo oíste tú?
LA ANCIANA: Claro que dijo Heil Hitler, y yo también lo digo: ¡Heil Hitler!
SEGUNDO HOMBRE DE LA SA: Hemos caído en una bonita guarida de marxistas, Albert. Tenemos que echar una ojeada a esa libreta de la casa. Llévenos a donde viva.
Coge a la joven del brazo.
LA ANCIANA: ¡Pero si está en el tercer mes! No pueden… ¡No lo harán! Si fueron ustedes quienes trajeron el paquete y aceptaron las manzanas. ¡Erna! Ella dijo Heil Hitler, qué puedo hacer yo… ¡Heil Hitler! ¡Heil Hitler!
Vomita la manzana. Los hombres de la SA se llevan a su hija.
LA ANCIANA, vomitando aún: ¡Heil Hitler!