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AL SERVICIO DEL PUEBLO

Aquí están ya los guardianes,

Los soplones y rufianes

Sirviendo al pueblo con celo.

Los que oprimen y trituran,

Los que azotan y torturan

Con el máximo desvelo.

Campo de concentración de Oranienburg, 1934. Un pequeño patio entre las paredes de las barracas. Antes de que se ilumine la escena, se oyen latigazos. Luego se ve a un hombre de la SA azotando a un detenido. Al fondo está un jefe de grupo de la SA, fumando, de espaldas a la escena. Luego sale.

EL HOMBRE DE LA SA, cansado, se sienta en un tonel: Sigue trabajando.

El detenido se levanta del suelo y comienza a limpiar las letrinas con movimientos nerviosos.

¿Por qué no puedes decir que no, so cerdo, cuando te preguntan si eres comunista? A ti te dan una paliza y yo me pierdo la salida, hecho polvo como estoy. ¿Por qué no se lo encargan a Klapproth? A él le divierte. Si ese chulo de putas vuelve a aparecer —escucha—, coges el látigo y te pones a dar golpes en el suelo, ¿entendido?

EL DETENIDO: Sí, jete.

EL HOMBRE DE LA SA: ¡Cuidado!

Fuera se oyen pasos, y él hombre de la SA señala el látigo. El detenido lo coge y da latigazos en el suelo. Como el ruido no suena auténtico, el hombre de la SA señala perezosamente un cesto que hay al lado, y el detenido empieza a golpear en él. Los pasos de fuera se detienen. El hombre de la SA, nervioso, se levanta rápidamente y azota al detenido.

EL DETENIDO, en voz baja: En el vientre no.

El hombre de la SA le azota el trasero. El jefe de grupo de la SA se asoma.

EL JEFE DE GRUPO DE LA SA: Dale en el vientre.

El hombre de la SA azota al detenido en el vientre.