Hay SA por todas partes
Y más vale que te apartes.
Discuten Lenin y Bebel
Y hasta ves Kautsky y ves Marx
En manos de Satanás.
Bunker nazi se los lleve.
Campo de concentración de Esterwegen, 1934. Algunos presos mezclan cemento.
BRÜHL, en voz baja a Dievenbach: Apártate de Lohmann, no es de fiar.
DIEVENBACH, en voz alta: Lohmann, Brühl me dice que me aparte de ti, que no eres de fiar.
BRÜHL: Qué cerdo.
LOHMANN: ¡Y eso lo dices tú, judas! ¿Por qué mandaron a Karl a la casamata?
BRÜHL: ¿Fue por mí acaso? ¿Es que tengo cigarrillos que nadie sabe de dónde vienen?
LOHMANN: ¿Cuándo he tenido yo cigarrillos?
EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: ¡Cuidado!
El centinela de la SA pasa por el terraplén de arriba.
EL HOMBRE DE LA SA: Alguien ha hablado. ¿Quién ha sido? Nadie responde. Si vuelve a ocurrir, habrá casamata para todos, ¿entendido? ¡Cantad!
Los presos cantan la primera estrofa de «Soldados del pantano». El hombre de la SA sigue su camino.
«A donde miren los ojos
sólo divisan pantanos.
No cantan los petirrojos
y se alzan robles enanos.
Nosotros somos soldados,
con nuestros picos alzados
marchamos hacia el pantano».
EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: ¿Porqué seguís peleándoos?
DIEVENBACH: No te ocupes de eso, estudioso de la Biblia, porque no lo comprenderías. Señalando a Brühl: El partido de este votó ayer en el Reichstag a favor de la política exterior de Hitler. Y este —señala a Lohmann— cree que la política exterior de Hitler significa la guerra.
BRÜHL: No, si participamos nosotros.
LOHMANN: Con vuestra participación hubo ya una guerra.
BRÜHL: Militarmente, Alemania es demasiado débil.
LOHMANN: Bueno, a Hitler le disteis de dote un acorazado.
EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA a Dievenbach: ¿Qué eras tú? ¿Socialdemócrata o comunista?
DIEVENBACH: Me mantuve al margen.
LOHMANN: Ahora estás metido de lleno, y de hecho en un campo de concentración.
EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: ¡Cuidado!
Aparece otra vez el hombre de la SA. Los observa. Brühl comienza a cantar despacio la segunda estrofa de «Soldados del pantano». El hombre de la SA sigue su camino.
«Van y vienen centinelas
y nadie podrá escapar.
No hay huida si no vuelas.
Cuatro muros que saltar.
Nosotros somos soldados,
con nuestros picos alzados
marchamos hacia el pantano».
LOHMANN, tirando la pala: Si pienso que estoy aquí porque os negasteis a formar un frente unitario, podría aplastarte el cráneo.
BRÜHL: ¡Ajá! «Si no quiero ser tu hermano, tú me sentarás la mano», ¿no? ¡Frente unitario! Pajarito, te conozco: ¡eso os hubiera gustado, tomarnos el pelo!
LOHMANN: Claro, ¡preferís que os tome el pelo Hitler! ¡Traidores al pueblo!
BRÜHL, coge furioso su pala y la levanta contra Lohmann, que ha cogido la suya al mismo tiempo: Te voy a enseñar a ti.
EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: ¡Cuidado!
Empieza a cantar apresuradamente la última estrofa de «Soldados del pantano».
Vuelve a aparecer el hombre de la SA, y los otros cantan también, mientras siguen mezclando el cemento.
«Pero no nos quejaremos
el invierno acabará
y algún día exclamaremos
¡patria, eres mía ya!
Y aunque seamos soldados
con nuestros picos alzados
no iremos ya hacia el pantano».
EL HOMBRE DE LA SA: ¿Quién ha gritado «traidores del pueblo»?
Nadie responde.
Nunca aprenderéis. A Lohmann: ¿Quién?
Lohmann mira fijamente a Brühl y guarda silencio.
A Dievenbach: ¿Quién?
El estudioso de la Biblia guarda silencio.
A Brühl: ¿Quién?
Brühl guarda silencio.
Os voy a dar cinco segundos, y luego os meteré en la casamata hasta que os pudráis.
Aguarda cinco segundos. Todos permanecen callados, mirando ante sí.
A la casamata.