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DIEZ minutos después, el panel se abría y el teniente entraba como una tromba en el despacho, visiblemente nervioso. Por primera vez, el general lo veía alterado.

—¡Señor, lo hemos localizado! —casi gritó.

—¿Ya, tan pronto? ¿Dónde está?

—¡Ha desconectado su sistema de camuflaje, o bien no le funciona, señor! —respiró hondo y recuperó el resuello—. Se dirige directamente a la base principal.

—¿Qué?