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NINA conocía al dedillo la fisiología humana, sobre todo lo referente a sus sistemas de relación, el nervioso y el hormonal.

Trabajó con exquisita sutileza la psique de Iván. De forma imperceptible e indetectable por los controladores, vuelo a vuelo fue manipulando las sensaciones de su piloto. Introdujo refuerzos positivos cuando charlaba con ella, e indujo un malestar subliminal cada vez que él pensaba en algo que no le convenía.

También alteró con destreza los productos químicos que pasaban al torrente sanguíneo durante el contacto mental, tan cuidadosamente que nadie lo descubrió. A las pocas semanas, Iván Nikoláevich Zoschenko estaba totalmente enganchado a su caza, como si de una droga se tratase.

Nina rebosaba satisfacción. Había realizado un soberbio trabajo, y todo por el bien del chico. Por fin las cosas marcharían de la manera debida.