OTRO día, otro vuelo.
—Iván, los filósofos han escrito sentencias extrañísimas, cuya comprensión se me escapa.
—Y a mí, Nina. Los filósofos son como las corbatas o los trajes de ceremonia: visten mucho, resultan muy decorativos, pero no sirven para nada.
—Menos mal que alguien piensa como yo; creía que me estaba volviendo tonta —ambos rieron mentalmente.
Cada vez le gustaba más el muchacho.