Cuando llegamos a la huerta, Jean nos dijo que Keaty acababa de salir hacia el campamento, así que eché a correr tras él mientras Sal se quedaba explicándole a Jean que tendría que apañárselas con un trabajador menos.
Alcancé a Keaty a unos centenares de metros, y cuando le di la noticia se mostró muy condolido, a pesar de que era él quien salía mejor librado.
—Lo lamento mucho, Richard —dijo cuando terminé de contárselo—. Yo no pretendía que Sal te sacara del equipo de pesca, te lo juro.
—Me parece —dije, asintiendo con la cabeza— que la decisión tiene más que ver con Jed que contigo. Llevas pidiendo el traslado desde que llegué aquí, y no se ha podido hacer nada hasta ahora.
—Ya… Imagino que estarás furioso, ¿no?
—Hombre…
—Lo siento.
—No. Tú no tienes la culpa… Sólo es mala… suerte, o algo por el estilo. Pero la culpa no es tuya.
—Bueno, espero que no, Richard. De todos modos, lo siento…
Caminamos en silencio durante unos instantes, hasta que Keaty preguntó:
—¿Sabes por qué Jed necesita ayuda de repente?
—No tengo ni idea. De hecho, ni siquiera sabemos lo que hace.
—Pues al menos ahora lo sabremos.
—Quieres decir que lo sabré. Si te lo contara, acto seguido tendría que matarte.
Keaty sonrió.
—¿Sabes lo que pienso? Que en el fondo estás contento. Creo que te mueres de ganas de andar merodeando por ahí.
—No preguntes lo que la playa puede hacer por ti… —respondí, encogiéndome de hombros.
—Ése es el espíritu.
—Sí —convine, y al cabo de una pausa añadí—: Supongo que si tuviera que abandonar el equipo de pescadores preferiría trabajar con Jed que hacerlo con cualquier otro.
—Ajá. Yo no querría que te tocara en suerte la huerta.
—La otra opción es la carpintería. Hubo un momento en el que pensé que eso era lo que Sal me sugería, y estuve a punto de sufrir un ataque cardíaco. Me vi trabajando todo el día con Bugs… Así que cuando me dijo que trabajaría con Jed… No sé… Me sentí casi aliviado.
—Si tú lo dices, Richard…
—Pues sí.
Al doblar un recodo del camino vimos el barracón a través de los árboles. Había gente alrededor de la cabaña donde funcionaba la cocina, por lo que pensé que los demás pescadores ya habían regresado, aunque no vi a nadie de mi equipo. Probablemente se habían entretenido en el arrecife de coral.
Estábamos a punto de entrar en el claro cuando alguien nos llamó. Nos volvimos y vimos a Jesse corriendo por el sendero con una bolsa de hortalizas, procedente de la huerta.
—Hola, tío —le dijo a Keaty al alcanzarnos—. He oído que nos abandonas.
—Sí. Me voy al equipo de pesca.
—Ya lo sé, suertudo hijo de puta. —Jesse me miró—. Lo siento por ti, colega. Tiene que ser jodido abandonar ese chollo que tenías. Ahora a sudar con nosotros.
—No voy a trabajar en la huerta.
—¿Qué, te envían a la carpintería con Jesucristo? —dijo Jesse, con una sonrisa sarcástica.
—No. Voy a formar equipo con Jed.
—¿Con Jed?
—Ajá.
—Joder… ¿Qué pasa? ¿No tenemos maría suficiente?
—Quizá. Pronto lo averiguaré.
—Seguro que sí. —Sacudió la cabeza, pensativo, y le dio una palmada a Keaty en la espalda—. En cualquier caso, has resuelto tu problema. Ahora todo el día viendo nadar a Françoise. ¡Ya me gustaría a mí!
Keaty me lanzó una rápida mirada que me dejó perplejo, y soltó:
—Ve con cuidado, Jesse. No querrás que Cassie te oiga, ¿verdad?
—Desde luego que no —respondió, echándose a reír—. Me desollaría vivo. —Guiñó un ojo sin dirigirse a nadie en particular, y luego miró hacia el claro—. Bueno, los cocineros esperan. Más vale que les lleve estas hortalizas.
—Desde luego —dijo Keaty. Jesse se fue corriendo, y Keaty lo siguió con la mirada para luego volverse hacia mí—. Es el único de mi antiguo equipo al que echaré verdaderamente de menos.
—Parece un buen tipo.
—Lo es. El y Cassie te gustarían mucho. Sobre todo porque no son de la cuerda de Bugs ni mucho menos.
—¿Eh?
—Yo me quejo de lo duro que es Jean como jefe, pero Bugs… Bugs consigue sacar a Cassie de sus casillas.
—Ya había reparado en ello.
—Creo que tú también echarás de menos a tus compañeros de equipo.
—Mmm. —Aspiré aire profundamente y lo exhalé muy despacio. Quizá demasiado profundamente y demasiado despacio, pues noté que Keaty me lanzaba otra extraña mirada—. Estoy seguro —añadí.