INGRATITUD

Nadie mostró el menor interés. Algunos preguntaban qué tal lo habíamos pasado, pero por pura cortesía, pues en cuanto les respondía parecían estar pensando en otra cosa o miraban algo situado más allá de mí.

Al principio resultaba algo frustrante —porque quería contarles lo jodido que era Ko Pha-Ngan, —pero no fue nada comparado con el escaso entusiasmo con que recibieron mis regalitos. Françoise probó la crema dentífrica y la escupió de inmediato. «Cómo pica; casi se me había olvidado», dijo, y Keaty me regañó por comprar pilas tailandesas, que duran tan poco. Sólo Antihigiénix se mostró muy agradecido. En cuanto le di las pastillas de jabón se fue a duchar, y regresó cantando las alabanzas de la abundante espuma que producían.

El sentimiento de frustración, sin embargo, sólo duró lo que el recuerdo de Ko Pha-Ngan, que no fue mucho. Tal como me ocurriera la primera vez que llegué a la playa, mi memoria se replegó sobre sí misma, y al cabo de una semana ya no había nada más que la laguna con su cobijo circular de acantilados. Es decir, nada excepto el mundo, y éste había regresado a su previa condición de entidad inconcreta y sin nombre.

Mis quebraderos de cabeza respecto a Zeph y Sammy fueron lo último en desaparecer. Llegué a pasar cinco noches sin dormir dándole vueltas a los planes que pudieran urdir y a lo que quizás estuviesen tramando aquellos otros misteriosos alemanes. Pero el paso de los días y el que no dieran señales de vida, disipó la inquietud. La mañana siguiente a mi quinta noche sin dormir, le pregunté a Jed si seguía preocupado por lo que pudiesen hacer Zeph y Sammy.

—He pensado un poco en ello —repuso, haciendo un gesto vago con las manos—, pero me parece que está todo bien.

—¿De verdad? —dije, y al instante experimenté un profundo alivio.

—Sí. Creo que iban de peregrinos, gente de ésa que no da un paso sin llenarse los bolsillos de guías. Y de no ser así, pues ya veremos qué hacer. —Se acarició la barba, y añadió—: Un día voy a preguntarle a uno de ésos que escriben guías de viaje alternativas qué alternativa hay a Khao San Road.

Sonreí.

—Antes de darle una buena tunda, ¿no?

No me devolvió la sonrisa.