Pobreza y movilidad ascendente en los Estados Unidos

Las democracias industriales modernas atribuyen gran importancia al logro de una movilidad de las clases subordinadas a las clases superiores. En los Estados Unidos se ha mantenido tradicionalmente que, mediante un esfuerzo diligente, las personas pobres podían pasar de la pobreza a la riqueza en el transcurso de una vida. Sin embargo, está claro que sólo una pequeñísima fracción de la población puede esperar llegar a formar parte de la clase dirigente.

En los niveles inferiores, la estratificación del sistema de los Estados Unidos es bastante abierta —pero no tan abierta como se creía tradicionalmente—. El principal factor que determina las posibilidades que tiene una persona de movilidad hacia arriba es el nivel desde el que comienza: «existe mucha movilidad ascendente en los Estados Unidos, pero en su mayoría implica distancias sociales muy cortas». (Blau y Duncan, 1967:420).

Según estimaciones gubernamentales oficiales, una familia no agrícola de cuatro miembros cuya renta era de 10.178 dólares o menos en 1983 estaba viviendo en la pobreza. Aplicando estos criterios, 35 millones de norteamericanos eran pobres en 1983 (Moorehouse y Dembo, 1985b: 25). La adecuación de la definición gubernamental de pobreza sigue siendo dudosa, sin embargo. Por lo menos una tercera parte del presupuesto de una familia de renta baja hay que gastarla en alimentos para mantener un nivel nutritivo mínimo. Las familias de cuatro miembros con rentas equivalentes al doble del nivel de pobreza, no necesariamente gozan de un confortable nivel de vida. Los costes de vivienda, educación, transporte y atención médica crecieron más rápidamente que la renta, y tales familias tuvieron que soportar la pérdida de calidad en bienes, servicios, suministros, carreteras, calles, edificios públicos, parques y transporte público (Harrington, 1980).

¿Cuál es la razón de la persistencia de una extensa clase pobre en Estados Unidos? La explicación más común sigue siendo que los pobres son víctimas de su propia actitud mental, conductual y su bajo nivel cultural. Pero, como hemos visto (Cap. 11. Entonces, ¿quién tiene la culpa?), los valores que, según se dice, son distintivos de la cultura de la pobreza son realmente compartidos por la clase media. Muchos norteamericanos de clase media parecen creer que cuanto más pobre es uno tiene que economizar más y trabajar más duro:

El primer principio es que, para moverse hacia arriba, el pobre no sólo debe trabajar, sino que debe trabajar más duro que las clases que están por encima de él (Gilder, 1981:256).

Pero ¿no es este un caso en el que hay que esperar más de aquellos que tienen menos? De acuerdo con Anthony Leeds, los pobres en Estados Unidos no son víctimas de sus propios valores; son las víctimas de ciertos tipos de mercados de trabajo que están estructurados por la situación de la tecnología nacional, recursos de capital disponibles, situación de las empresas, instituciones educativas, relaciones con los mercados exteriores e interiores, relaciones de la balanza comercial y naturaleza del sistema de beneficios de las sociedades capitalistas… Estas no son [características] independientes departe de la cultura [de la pobreza] suprimida, sino características o indicios de ciertos tipos de sistemas económicos totales (Leeds, 1970:246).

De donde se concluye que, debido a factores que están fuera de su control, aun cuando los pobres se esfuercen más que las personas situadas por encima de ellos, la mayoría están destinados a seguir siendo pobres (Sharpe, 1984:82).