La esencia de la empresa privada es la libertad para comprar y vender en mercados competitivos de precio variable. Los mercados de precio variable existen donde hay suficientes compradores y vendedores como para que los compradores puedan competir con otros compradores, para que los compradores puedan competir con los vendedores y para que los vendedores puedan competir con otros vendedores respecto a los precios que mejor se adapten a sus respectivos intereses. Desde hace mucho tiempo se ha reconocido que, para preservar el sistema de libre empresa, es necesario poner limitaciones a la capacidad que pequeños grupos de compradores o vendedores poderosos tengan de conseguir un control sobre el mercado, en la medida en que los precios que ofrecen determinen efectivamente el precio que cualquier persona deba pagar por un producto o servicio en particular. A comienzos de este siglo, el Congreso de Estados Unidos promulgó leyes contra la formación de monopolios y persiguió de manera activa la dispersión de empresas que entonces dominaban los ferrocarriles, el envasado de alimentos y las industrias del petróleo. Las leyes antimonopolio no llegaron, sin embargo, a prohibir la formación de semimonopolios u oligopolios —esto es, empresas que controlan no toda, pero sí una parte importante del mercado de un producto concreto.
La tendencia hacia el oligopolio ya fue anticipada en la primera parte de este siglo. Pero después del final de la Segunda Guerra Mundial, el ritmo de adquisiciones y expansiones se aceleró. Como resultado, en 1980, las 500 empresas norteamericanas mayores dedicadas a manufacturas diversas controlaban el 72 por ciento de todos los negocios relacionados con su sector, pero de ellas las 50 más grandes controlaban el 42 por ciento. Y desde 1980 estas tendencias se han acelerado y expandido al sector servicios y de información. En 1985, 24 compañías fueron vendidas a otras compañías por más de mil millones de dólares. El volumen total de fusiones y adquisiciones supuso 125.000 millones de dólares (Silk, 1985).
Es cierto que, a pesar del crecimiento del oligopolio, quedan en Estados Unidos millones de pequeñas empresas dirigidas por su propietario. Muchas de estas, sin embargo, realizan operaciones de franquicia en el sector servicios y en el comercio al por menor, en negocios de gasolineras y comidas rápidas. Sus políticas, precios y productos están controlados por las grandes empresas del sector.