Cualquiera que sea el balance entre los temas mundanos y los sobrenaturales en los cultos que han adoptado aspectos de las religiones asiáticas, estos cultos no son representativos del principal empuje de cambio religioso en los Estados Unidos en la actualidad. Mucho más poderoso es el fundamentalismo protestante y los diversos movimientos de revitalización cristianos surgidos de nuevo, que han sido capaces de utilizar la televisión para ampliar el número de miembros y recaudar fondos. Las así llamadas «Iglesias electrónicas» o «cultos de televisión» recluían, en gran medida, a sus miembros a través de un «evangelio de la riqueza» personal —prometen éxito material y bienestar físico al auténtico creyente—. Su mensaje cala especialmente en las personas enfermas, viejas o solitarias, empobrecidas, desempleadas, desconcertadas por los cambios en las costumbres sexuales y en la familia, y asustadas por los delitos callejeros. Según el predicador de la televisión Jim Bakker, «la escritura dice: “Complácete en el Señor y Él te dará los deseos de tu corazón.”… Da y se te dará». Bakker habla de cómo un hombre rezó para conseguir una casa móvil Winnebago, de color marrón, y la consiguió. Dice Bakker: «Los diamantes y el oro no son sólo para Satán —son también para los cristianos—». (Bakker, 1976).
En su «Old Time Cospel Hour», el líder de la Mayoría Moral, Jerry Falwell, pide a los fieles que den una décima parte de sus ingresos: «Cristo no ha captado el corazón de un nombre hasta que no dispone de su bolsillo». Dos millones de posibles contribuyentes, cuyos nombres y direcciones se mantienen en un banco de datos de ordenador, reciben frecuentes peticiones de dinero, una de las cuales reza: «Tal vez tu situación financiera parezca imposible. Pon a Jesús primero en tu lista de gastos y permítele que te bendiga financieramente». (Time, 1 de octubre de 1979:68).
Al ver que le faltaban 50 millones de dólares para los fondos necesarios para completar su complejo de hospitales llamado Ciudad de la Fe, cerca de Tulsa, Oklahoma, el evangelista por vídeo Oral Roberts recaudó dinero con ayuda de un «paño milagroso». «Sentía en mis manos como si hubiera un calor sobrenatural en ellas», declaró. «Mi mano derecha está especialmente caliente ahora mismo». Siguiendo las instrucciones de Dios, Roberts comenzó a producir millones de trozos de paño con su mano derecha estampada. En recompensa, aquellos que adquirieron el paño obtuvieron la promesa de «milagros especiales». (Newsweek, 10 de septiembre de 1979). Otro evangelista de la televisión, Pat Robertson, recluta seguidores y recauda fondos a través de lo que llama los Principios del Reino: la Biblia dice que cuanto más le des a Jesús más te devolverá. Y cuanto más difícil te sea dar, mayor será la recompensa. Así, una mujer de California que tenía pocos ingresos y mala salud decidió confiar en Dios y aumentar su fe en los Principios del Reino. Ella ya daba la mitad de su dinero al club 700 para extender el evangelio de Jesucristo. Pero la semana pasada decidió jugárselo todo a una carta, y dar a Dios el dinero que ella gastaba en medicinas para el cáncer: 120 dólares al mes. Y tres días más tarde —¡fijaos!— le llegó de procedencia totalmente inesperada un cheque de 3000 dólares (Rifkind y Howard, 1979:108).
Puesto que todos los demás aspectos de la cultura estadounidense están cambiando, no es sorprendente que las creencias y prácticas religiosas estén pasando por un periodo de cambio y fermento. La experiencia de otras culturas y de otras épocas históricas demuestra que las tensiones provocadas por un rápido cambio cultural encuentran normalmente su expresión en anhelos espirituales, interrogantes y experimentación que conducen a una expansión e intensificación de la actividad religiosa, definida esta en términos generales.
Todas las principales religiones del mundo nacieron durante épocas de rápida transformación cultural. El budismo y el hinduismo surgieron en el valle del Ganges, al norte de la India, durante una época de deforestación, aumento de la población y formación del Estado. El judaismo surgió durante las prolongadas migraciones de los antiguos israelitas. El cristianismo surgió en conjunción con los intentos de liberación del yugo del imperialismo romano. El islam surgió durante la transición de una vida de nomadismo pastoral a la del comercio y los imperios en Arabia y norte de África. Los protestantes se escindieron del catolicismo cuando el feudalismo dejó paso al capitalismo. Como hemos visto (Cap. 12. La religión), los cultos mesiánicos y milenaristas se extendieron por las Grandes Llanuras cuando los indios norteamericanos perdieron sus tierras y terrenos de caza, mientras que en el despertar de la colonización europea de Nueva Guinea y Melanesia, cientos de cultos, dedicados a adquirir riqueza mundana con la ayuda de antepasados que han regresado de la muerte, se extendieron de isla en isla.
Existen razones para creer, por consiguiente, que la creciente intensidad de actividad religiosa en los Estados Unidos constituye un intento de resolver o escapar de los problemas de mal funcionamiento del consumismo, desempleo, desbaratamiento de los papeles sexuales, demolición de la familia soportada por el hombre que gana el sustento, alienación del trabajo, gobierno opresivo y burocracias de sociedades anónimas, sentimientos de aislamiento y soledad, miedo al delito y desconcierto sobre cuál es la raíz y causa de tantos cambios a la vez.