Valores y familia matrifocal: los Flats

Una de las explicaciones de la pobreza en los guetos[20] urbanos centra su atención en el problema de las llamadas familias «sin padre» o matrifocales (véase Cap. 7. Grupos domésticos en los que falta uno de los padres).

Los principales rasgos estructurales de la matrifocalidad son los siguientes: la unidad doméstica se compone de una madre y los hijos de varios hombres diferentes. Algunas de las hijas adultas que residen con ella también pueden tener hijos. Los padres sólo proporcionan una ayuda temporal y parcial. Los hombres que entran y salen de la unidad doméstica están, desde la perspectiva etic, «casados» con las madres (desempeñan todos los roles típicos del marido-padre). Sin embargo, desde el punto de vista emic, la relación se distingue del «verdadero matrimonio» y los hijos se consideran legalmente como «ilegítimos». (González, 1970).

En 1965, tras la publicación de un informe de Daniel P. Moynihan, a la sazón subsecretario de Trabajo de los Estados Unidos, la matrifocalidad recibió reconocimiento oficial como principal causa de la perpetuación de la pobreza entre los negros. Según Moynihan, los jóvenes negros carecen de la motivación necesaria para ocupar puestos de trabajo que están realmente disponibles, debido a la ausencia de la figura del padre en su familia. Se crían en unidades domésticas en las que, normalmente, sólo las mujeres tienen empleo. Los varones adultos entran y salen de estas unidades domésticas, con lo que los jóvenes negros crecen sin la ayuda e inspiración de una figura masculina estable que tenga un empleo fijo y proporcione bienestar y seguridad a su esposa e hijos. Moynihan propuso que la matrifocalidad no sólo era causa de la pobreza, sino también del crimen y la toxicomanía.

Hay que rechazar las explicaciones de la pobreza que recurren a la experiencia de endoculturación dentro de la unidad doméstica matrifocal, porque el propio fenómeno de la matrifocalidad es una respuesta adaptativa a la pobreza.

La familia matrifocal, como todas las instituciones domésticas, representa una adaptación a ciertas condiciones que se encuentran más allá del control de sus miembros. Las condiciones en cuestión son: 1) ni los hombres ni las mujeres tienen acceso a los recursos estratégicos, es decir, no poseen ninguna propiedad importante; 2) hay trabajos asalariados asequibles a ambos; 3) las mujeres ganan tanto o más que los varones, y 4) los salarios de estos no alcanzan para mantener esposa e hijos dependientes.

En los Estados Unidos es prácticamente inevitable una alta incidencia de familias matrifocales entre los pobres. Las unidades domésticas que buscan ayuda social no pueden tener «padres» en condiciones de trabajar. Las madres cuyos maridos o padres de sus hijos no ganan el dinero suficiente para mantener la unidad doméstica pueden solicitar prestaciones sociales a la «Ayuda a las Familias con Hijos Dependientes» (AFDC), siempre que los padres no residan con sus hijos. La razón de que este esquema se haya incorporado a las leyes de seguridad social nacionales y estatales es que al gobierno le resulta mucho más barato proporcionar tales prestaciones que establecer un sistema de guarderías infantiles de alta calidad, que dejaría libres a las madres para ayudar a sus maridos trabajando. Como los padres no pueden permanecer en el hogar con sus hijos y solicitar prestaciones de la AFDC, la ley otorga a las mujeres un valor económico extra, lo cual hace inevitable que se conviertan en el centro de la organización doméstica mientras los hombres no puedan ganar lo suficiente como para prescindir de las prestaciones de la AFDC. Y, como es la mujer quien resulta favorecida con las prestaciones del AFDC, ella es quien consigue el arrendamiento en los bloques de viviendas públicas y quien controla (aunque no posee) el espacio de vivienda de la familia.

En su estudio sobre los Fíats, un gueto negro de una ciudad del Medio Oeste, Carol Stack (1974) brinda un impresionante informe de las estrategias que siguen las familias pobres al intentar maximizar su seguridad y bienestar dadas las leyes de AFDC y el salario insuficiente del varón no cualificado. No hay familias nucleares según el modelo de la clase media porque no existen las condiciones materiales necesarias para que existan estas familias. En vez de ello, los habitantes de los Fíats se organizan en grandes redes de parientes y vecinos centradas en la mujer. Los miembros de estas redes realizan intercambios económicos recíprocos, se ayudan unos a otros en el cuidado de los hijos, se proporcionan alojamiento de emergencia y se apoyan de muchas maneras que no son características de los grupos domésticos de la clase media.

En los Flats, el factor más importante que afecta a las relaciones interpersonales entre los hombres y las mujeres es «el desempleo» y la imposibilidad de que los hombres dispongan de un puesto de trabajo seguro.

Perder un empleo o estar en paro un mes tras otro debilita la autoestima e independencia del individuo y, en el caso de los hombres, exige que sacrifiquen su rol en el mantenimiento económico de sus familias. A partir de este momento, les resulta imposible asumir el rol masculino tal como lo define la sociedad americana (Stack, 1974:112).

Irónicamente, como indica Stack:

La política de seguridad social desalienta eficazmente todo intento por parte de las personas acogidas a la misma de formar familias nucleares. De hecho, la política de seguridad social fomenta el mantenimiento de redes domésticas de índole cooperativa y no corresidencial (ibíd.:127).

A una mujer se le puede privar de las prestaciones sociales tan pronto como su marido se licencia del ejército, regresa a casa de la cárcel o se casa. Así, «las mujeres acaban por comprender que las prestaciones sociales y los lazos con las redes de parentesco les proporcionan, a ellas y a sus hijos, mayor seguridad» (ibíd.: 113).