Villalta es un pequeña ciudad de la República Dominicana, con todos los problemas asociados a la vida en un país subdesarrollado: pobreza, desempleo, analfabetismo y baja esperanza de vida. Sin embargo, en cierto aspecto, la ciudad parece estar más «modernizada» que otras. Tiene un gran número de asociaciones voluntarias (véase Cap. 9. Asociaciones no basadas en el parentesco: las asociaciones de camaradas). Estas asociaciones se interpretan a menudo como signo del progreso de una comunidad en la dirección del desarrollo.
Pero los antropólogos Malcolm Walker y Jim Hanson (1978:64-68) descubrieron que estas asociaciones desaparecían o dejaban de utilizarse con la misma rapidez con que se creaban. Durante un corto periodo, los habitantes de la ciudad organizaron dos programas de educación de adultos, clases de cocina y costura, una asamblea de la Cruz Roja, una asociación de jóvenes para la reforma, una tropa de chicas scouts, una clínica de salud, un club social y programas de autoformación en la cría de conejos, de pollos, en construir puentes e instalar bombas de agua. Pero ninguno de estos proyectos duró más de unos días o semanas.
Las circunstancias que rodean el auge y caída de uno de los programas de educación de adultos es típico para el resto. Miembros de la élite local convocaron una reunión para organizar el programa. Estaban presentes varios forasteros, y un funcionario del Departamento de Educación dio una charla sobre la importancia de la educación de adultos. Las personas que asistieron a la reunión se mostraron de acuerdo y decidieron pedir profesores voluntarios para enseñar en clases vespertinas en la escuela. Habría que mantener otra reunión al cabo de dos semanas, en cuyo momento se organizarían los profesores y las clases.
De hecho, nada sucedió, y la reunión que debía seguir fue pospuesta indefinidamente. No se volvió a oír hablar del funcionario (Walter y Hanson: 66).
«Si estas asociaciones están destinadas a fracasar casi antes de que comience la primera reunión», preguntaban Walker y Hanson, «¿por qué las personas de Villalta las forman?». Su respuesta es que son utilizadas por las élites locales para dar a los funcionarios estatales la impresión de que Villalta es una comunidad próspera y progresista, que responde a las propuestas de los forasteros influyentes, de los cuales las élites locales esperan conseguir favores.
A través de las asociaciones, la comunidad puede dar la impresión de su sensibilidad y progresismo; la comunidad tiene sus asociaciones como un escenario en donde efectuar una representación convincente ante la audiencia de funcionarios visitantes. La representación, en sí misma, es lo más importante, no lo que suceda después de su conclusión y de que los visitantes se hayan ido (Walker y Hanson: 67).
Este caso ilustra la importancia de vivir en una comunidad y de conseguir un conocimiento de primera mano de sus realidades conductuales de tipo etic para distinguir entre lo que la gente dice que hace y lo que hace realmente. Un investigador que visite Villalta durante un corto periodo de tiempo puede verse fácilmente impresionado por la respuesta aparente de su pueblo hacia las nuevas ideas y su apertura al cambio. Aunque la comunidad ha cambiado, concluyen Walker y Hanson, no es necesariamente para mejor: «Ha aprendido a efectuar representaciones y a engañar a los forasteros» (ibíd.).