No obstante, un segundo estudio intensivo intercultural de la marihuana que se fuma en un contexto cultural diferente al de Jamaica, ha terminado en conclusiones similares a las extraídas por Rubin y Comitas. Este estudio fue llevado a cabo en el país centroamericano de Costa Rica por un equipo multidisciplinario entre cuyos directores se contaban los antropólogos William Carter (1980) y Paul Doughty. Empleó un diseño de investigación basado en «parejas contrapuestas»; cada uno de los 41 consumidores masculinos fue emparejado cuidadosamente con un no consumidor masculino en cuanto a edad, estado civil, educación, ocupación, consumo de alcohol y consumo de tabaco. Como resultado de este diseño, todos los factores anteriores podían descartarse como causas de cualquiera de las diferencias observadas en el comportamiento y situación física de los consumidores y no consumidores.
Inicialmente, el estudio de Costa Rica parecía corroborar el punto de vista ampliamente mantenido de que el consumo largamente continuado de marihuana conduce a una falta de motivación para trabajar y mejorar económicamente. Se descubrió que los consumidores tendían a tener más trabajos a tiempo parcial, más desempleo, más cambios de puestos de trabajo y menos propiedades materiales que los no consumidores. Sin embargo, había una explicación alternativa a estos hallazgos. Estaba dentro de lo posible que los consumidores se hubieran convertido en tales porque estaban sometidos a una tensión económica y personal mayor que los no consumidores. Si en efecto hubiera una relación causal que condujera al fracaso y apatía económicos, podría encontrarse una corroboración mostrando que ese fracaso y apatía económicos aumentaban en proporción directa a la cantidad de marihuana consumida. Cuando se efectuaron comparaciones dentro del grupo de consumidores, los resultados no apoyaron la hipótesis de que los niveles de dosis elevadas estaban correlacionados con un estatus económico más marginal. De hecho, lo que se descubrió fue lo contrario. Cuanta más marihuana se fumaba, más posibilidades tenía el consumidor de tener un puesto de trabajo estable y a tiempo completo. Los que estaban trabajando fumaban casi el doble de marihuana diaria que los que estaban desempleados. Los que tenían los periodos más cortos de desempleo eran los que más utilizaban la marihuana (Carter, 1980:152 y ss.).
Aunque algunos de los consumidores del estudio de Costa Rica respondían al estereotipo del desempleado, grosero, vagabundo callejero, la mayoría de los consumidores eran más bien como Héctor:
Héctor es un trabajador de una panadería donde lleva empleado tres años y medio. Tiene esposa y dos hijos, para los cuales es el único medio de sustento. Héctor nunca fuma en casa, en la calle o en lugares públicos. Fuma, sin embargo, en el cuarto de aseo de la panadería, donde trabaja desde las cinco de la tarde hasta las tres de la mañana. Alega que la marihuana hace que su trabajo vaya más rápido y la noche pase más rápidamente (ibíd.:156).
Así, podemos ver que las comparaciones interculturales sistemáticas son esenciales si queremos distinguir entre los aspectos culturales y físico-químicos de las sustancias psicoactivas.