Desde la Segunda Guerra Mundial, un número creciente de antropólogos culturales se han implicado de manera ocasional o regular en investigaciones que tienen aplicaciones prácticas más o menos inmediatas. Se conocen como practicantes de la antropología aplicada.
El núcleo de la antropología aplicada consta de investigaciones encargadas por organizaciones públicas o privadas en espera de conseguir objetivos prácticos de interés para esas organizaciones. Entre estas organizaciones se cuentan departamentos y organismos federales, estatales, locales e internacionales, como los Departamentos de Agricultura y de Defensa de los Estados Unidos, el Servicio de Parques Nacionales, la Agencia para el Desarrollo Internacional, la Oficina de Asuntos Indios, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud, la Organización para la Alimentación y la Agricultura, diversos organismos dedicados al abuso de drogas, departamentos de educación y planificación urbana de importantes ciudades y hospitales municipales, por mencionar sólo unos pocos. Además, existen organizaciones privadas que han contratado o encargado a antropólogos que lleven a cabo investigaciones prácticas orientadas hacia objetivos concretos, incluyendo importantes empresas industriales, fundaciones como Planificación Familiar y Consejo de Población, y diversas ramas de los Institutos Internacionales de Investigación agrícola de las Fundaciones Rockefeller y Ford (Chambers, 1985; Willigen, 1986).
Hay que hacer hincapié en que los antropólogos culturales no tienen el monopolio de la antropología aplicada. La antropología física, la arqueología y la lingüística, tienen también sus aspectos aplicados. Pero aquí sólo nos ocupamos de los aspectos aplicados de la antropología cultural.