Personalidad básica y carácter nacional

Una aproximación algo diferente a la cultura y personalidad postula que todas las culturas producen una estructura de la personalidad básica o profunda que podemos encontrar en casi todos sus miembros individuales. Cuando se trata de poblaciones organizadas en estados, se suele calificar a la personalidad básica de carácter nacional. Poco fundamento tiene este concepto.

La idea de la estructura de la personalidad básica siempre ha gozado de gran popularidad tanto entre viajeros como entre estudiosos. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos oído decir que los ingleses son «reservados», los brasileños «despreocupados», los franceses «sexy», los italianos «desinhibidos», los japoneses «ordenados», los americanos «amables», etc.? Gerardus Mercator, el padre de la cartografía, escribió las siguientes descripciones de las personalidades básicas europeas en el siglo XVI (a ver si usted es capaz de deducir la nacionalidad de Mercator):

Las modernas versiones eruditas de la estructura de la personalidad básica utilizan conceptos psicológicos más sofisticados, la mayoría de los cuales deben algo al influjo de Sigmund Freud y del psicoanálisis.

El concepto de personalidad básica no debe oscurecer el hecho de la gran variedad de personalidades que existen en cada sociedad, tanto mayor cuanto más compleja, poblada y estratificada sea aquella. En todas las sociedades hay muchos individuos cuyas personalidades se desvían ampliamente de la moda estadística (tipo más frecuente), y la variedad de personalidades individuales produce extensos solapamientos entre distintas culturas. Por ejemplo, ciertamente no sería incorrecto caracterizar el tipo básico de personalidad masculina de los indios de las Llanuras como agresivo, independiente y valiente. Sin embargo, se sabe por la institución llamada berdache que siempre había algunos jóvenes desadaptados temperamentalmente al rol masculino. Estos entonces vestían atuendo femenino y realizaban funciones domésticas y sexuales femeninas, combinando de este modo atributos tanto de uno como de otro sexo, y eran aceptados como un tercero (Callender y Kochems, 1983).

En realidad, se sabe muy poco sobre la variancia de la personalidad en diferentes sociedades. No obstante, es cierto que las poblaciones complejas de nivel estatal integradas por millones de personas exhiben una enorme variedad de tipos. Japón, por ejemplo, parece a primera vista que posee un carácter nacional homogéneo que lleva a los individuos a adoptar una subordinación incondicional ante el consenso del grupo y a inhibirse de cualquier enfrentamiento con la autoridad. Esto es un estereotipo erróneo, pues muchos japoneses son altamente individualistas y se sitúan en clara oposición a las normas tradicionales (Sugimoto y Mouer, 1983). Además, cuanto más complejos son los criterios empleados para definir la personalidad básica, mayor es la probabilidad de que el tipo de personalidad modal se halle en relativamente pocos individuos. Anthony Wallace (1952) empleó 21 dimensiones para definir la personalidad básica entre los iraqueses y descubrió que el tipo modal sólo era compartido por el 37 por ciento de la muestra total.