Nuevamente los trobriandeses

Incluso uno de los más grandes etnógrafos, Bronislaw Malinowski, pudo quedarse corto a la hora de evaluar los roles sexuales en su clásico estudio de los trobriandeses. Como ya se puso de manifiesto en el Capítulo 10. La economía política del Estado, durante la época de recolección los hermanos trobriandeses dan a los maridos de sus hermanas regalos a base de batatas. Estas batatas proporcionan gran parte del poder político de los jefes trobriandeses.

Malinowski consideraba este tipo de regalos como una especie de tributo anual por parte de la familia de la esposa hacia su marido, y, por tanto, un medio de resaltar y consolidar el poder del varón. Sin embargo, Annette Weiner ha mostrado que estas batatas se dan en nombre de la mujer y en realidad sirven tanto para resaltar el valor de ser mujer como para conferir poder a los hombres. Malinowski pasó por alto el hecho de que el regalo de batatas tenía que ser recíproco y que cuando se devolvía el regalo este tenía que dirigirse no al hermano de la esposa sino a la esposa de un hombre. A cambio de las batatas recibidas en nombre de su mujer, el marido trobriandés tenía que proporcionarle una clara forma de riqueza que podía consistir en faldas de mujer y fardos de «pandanus» y hojas de banana que se usaban para hacer faldas. Gran parte de la actividad económica del marido se dedica al comercio de cerdos y otras mercancías con objeto de proporcionar a su esposa la mayor riqueza posible. Las faldas y los fardos de hojas se exhiben públicamente y se dan para las grandes ceremonias fúnebres conocidas como sagali (que Malinowski conocía, pero que no le pareció oportuno describir con detalle). Weiner (1977:118) afirma que el sagali es uno de los acontecimientos públicos más importantes en la vida en Trobriand. «Nada es tan dramático como ver a las mujeres de pie en un sagali, rodeadas de miles de fardos. Ni hay nada más impresionante que el observar la forma de andar de las mujeres cuando se dirigen al sitio de distribución. Cuando las mujeres van hacia el centro [de la plaza] para arrojar sus riquezas, se mueven con un orgullo tan característico como el de cualquier gran hombre melanesio».

Si un marido no es capaz de proporcionar a su mujer las suficientes riquezas femeninas como para hacer una buena demostración en el sagali, eso afecta adversamente a sus propias posibilidades de llegar a ser un gran hombre. Sus cuñados pueden reducir o incluso eliminar completamente su regalo de cosecha de batatas si su hermana no puede exhibir y entregar un gran número de fardos y faldas a los familiares del muerto. Según la versión de Weiner no solamente los hombres son más dependientes de las mujeres en cuanto a su poder que en la versión de Malinowski, sino que también las mujeres parecen tener mucha más influencia por derecho propio. Ella termina diciendo que demasiado a menudo los antropólogos «han permitido que la “política hecha por los hombres” estructure nuestra forma de pensar sobre otras sociedades… llevándonos a pensar de forma errónea que si las mujeres no son dominantes en la esfera política de interacción, su poder, en el mejor de los casos, sigue siendo periférico». (1977:228).