El mito y los contrastes binarios

Los antropólogos han recogido numerosos datos que sugieren que ciertas clases de estructuras formales se repiten en las más dispares tradiciones de literatura oral y escrita, incluyendo los mitos y los cuentos. Estas estructuras se caracterizan por los contrastes binarios, es decir, por la presencia de dos temas o elementos que ocupan una posición diametralmente opuesta. Cabe encontrar numerosos ejemplos de contrastes binarios en la religión, mitología y literatura occidentales: el bien frente al mal, lo alto frente a lo bajo, lo masculino frente a lo femenino, lo cultural frente a lo natural, la juventud frente a la vejez, etc. Según el antropólogo francés Lévi-Strauss, fundador de la estrategia de investigación denominada estructuralismo (véase Apéndice: Estructuralismo), la razón de que estos contrastes binarios aparezcan con tanta frecuencia consiste en que el cerebro humano, debido a su estructura neurológica, los encuentra especialmente atractivos o «buenos para pensar». Desde el punto de vista estructuralista, la principal tarea del estudio antropológico de la literatura, la mitología y el folclore estriba en identificar los contrastes binarios inconscientes y comunes que yacen bajo la superficie del pensamiento humano y en poner de manifiesto cómo experimentan transformaciones-representaciones inconscientes.

Considérese el cuento de La Cenicienta: Una madre tiene dos hijas y una hijastra. Las hijas son mayores; la hijastra, más joven. Las hermanas mayores son feas y malas, mientras que Cenicienta es bella y buena. Las hermanas mayores son agresivas; Cenicienta, pasiva. Gracias a un hada madrina buena —lo opuesto a su madrastra mala—, Cenicienta acude al baile, baila con el Príncipe y pierde su zapato mágico. Los pies de sus hermanas son grandes; los suyos, pequeños. Cenicienta conquista al Príncipe. Entre las oposiciones binarias inconscientes presentes en la estructura profunda de este cuento pueden figurar las siguientes:

Los estructuralistas sostienen que el placer que produce este tipo de cuentos y su durabilidad en el tiempo y en el espacio se deriva, primordialmente, de las oposiciones inconscientes y sus representaciones a la vez familiares y sorprendentes.

Los análisis estructuralistas pueden ampliarse desde el ámbito del mito y el ritual hasta abarcar la textura de la vida social en su totalidad. Según David Hicks, que estudió a los tetum de Timor, Indonesia, la cultura tetum como un todo está estructurada según la siguiente matriz binaria:

Cualquiera de estos contrastes binarios puede simbolizar a cualquiera de los demás (Hicks, 1976:107); esto es, al oponer a hombres y mujeres podríamos estar oponiendo igualmente a hermanos mayores y menores (entre los tetum los hermanos menores deben servir a los mayores lo mismo que las mujeres sirven a los hombres). El mundo de la superficie, masculino y profano, contrasta con el mundo subterráneo de los espíritus, femenino y sagrado. Así, la mitología tetum narra cómo los primeros humanos salieron de agujeros en el suelo con forma vaginal y cómo después de llevar una vida secular en la superficie de la tierra, los humanos retornan al sagrado mundo subterráneo junto a sus ancestros espirituales. La arquitectura de las casas también participa de este mismo conjunto de oposiciones simbólicas. La casa tiene dos entradas; la entrada posterior de las mujeres, conduce al «útero» o parte femenina de la casa, que contiene el hogar y el poste sagrado de la casa. La entrada frontal se reserva a los hombres y conduce a las estancias masculinas.

En antropología abundan los análisis estructurales de la literatura, el arte, los mitos, los rituales y la religión. Sin embargo, el hecho de que sean muy controvertidos se debe, sobre todo, a que no está claro que las matrices binarias que disciernen los antropólogos existan verdaderamente en las mentes de las gentes que estudian. Siempre es posible reducir símbolos complejos y sutiles a otros que lo son menos, para acabar finalmente con oposiciones tan insípidas como cultura frente a naturaleza o masculino frente a femenino (Harris, 1979b).