La historia y etnografía del arte son inseparables de la historia y etnografía de la religión. El arte, en tanto que aspecto de las creencias y rituales relacionados con lo sobrenatural, data, como mínimo, de hace 40.000 años. En las paredes y techos de profundas cavernas de España y Francia, en oscuras galerías alejadas de la luz del sol, gentes del Paleolítico Superior pintaron y grabaron imágenes de los animales que cazaban. Aunque en menor extensión, pinturas similares se encuentran también en cuevas a lo largo de Europa y Rusia. La mayor parte de las pinturas y grabados representan caballos, bisontes, mamuts, renos, cabras, jabalíes, ganado vacuno salvaje, rinocerontes lanudos y otros animales de gran tamaño, pero también aparecen figuras humanas ocasionales —que a veces llevan una máscara—, contornos de manos, pictogramas y símbolos geométricos. A pesar de su magnífica economía de líneas y colores, tan admirada hoy en día, el arte rupestre del Paleolítico Superior debe considerarse al menos tanto una expresión de rituales culturales establecidos como de impulsos estéticos individuales o culturales. Frecuentemente los animales aparecen unos sobre otros aunque haya espacio libre sin utilizar, lo que indica que deben considerarse tanto un ritual como un arte. Generalmente se supone que estas imágenes constituían alguna forma de caza mágica, pero su función precisa no se conoce con seguridad. Todo lo que se puede afirmar es que los cazadores estaban impresionados por la fuerza y la belleza de los animales cuya muerte hacía posible su supervivencia (Leroi-Gourhan, 1968,1982; Ucko y Rosenfeld, 1967).
El arte está íntimamente asociado a los cuatro niveles de organización de la religión. Por ejemplo, en el nivel individualista, las canciones mágicas figuran a menudo entre las revelaciones concedidas a los buscadores de visiones de los indios de las Grandes Llanuras. Incluso la preparación de cabezas-trofeo entre los jíbaros debe satisfacer criterios estéticos, y el canto se utiliza ampliamente durante las actuaciones chamánicas. Hay muchos componentes estéticos en la descripción que el chamán tapirapé nos brinda de su encuentro con los espíritus de la selva muntí anká (véase Cap. 12. Los cultos chamanistas).
En el nivel comunitario, los rituales de pubertad entre los ndembu proporcionan ocasiones para la danza y para contar mitos e historias. También se practica extensamente la pintura corporal en las ceremonias comunitarias, como ejemplifica el caso de los arunta. El canto, la danza y las máscaras son frecuentes tanto en los ritos funerarios como en los de pubertad. Un gran esfuerzo artístico se dedica a la preparación de material funerario con significado religioso, como ataúdes y postes mortuorios. Muchas culturas incluyen artefactos ceremoniales como vasijas de barro, mazas, puntas y otras armas entre los bienes funerarios de una persona fallecida. A menudo, se representa a los antepasados y dioses en estatuas y máscaras que se guardan en casas de hombres o santuarios. Los churingas, supremos objetos sagrados de los arunta, están bellamente grabados con espirales y bucles que representan el camino seguido por los antepasados durante los sueños.
Finalmente, en el nivel eclesiástico, arte y religión se funden en pirámides, avenidas monumentales, estatuas de piedra, calendarios grabados sobre monolitos, templos, altares, indumentarias sacerdotales y una variedad casi infinita de adornos rituales y parafernalia sagrada.
Está claro que el arte, la religión y la magia satisfacen necesidades psicológicas similares en los seres humanos. Son medios para expresar sentimientos y emociones que no se manifiestan fácilmente en la vida corriente. Transmiten un sentido de dominio o de comunión con acontecimientos imprevisibles y poderes invisibles y misteriosos. Imponen significados y valores humanos a un mundo diferente, un mundo que por sí mismo carece de significados o valores asequibles a la inteligencia humana. Tratan de desentrañar el significado verdadero, cósmico, de las cosas, oculto tras la fachada de las apariencias ordinarias. Y se sirven de ilusiones, trucos dramáticos y prestidigitación para hacer que la gente crea en ellos.