¿Qué es el arte?

Alexander Alland (1977:39) define el arte como un «juego con la forma que produce algún tipo de transformación-representación estéticamente lograda». Los ingredientes clave en esta definición son «juego», «forma», «estética» y «transformación». El juego es un aspecto agradable y gratificante de la actividad que no cabe explicar sencillamente por sus funciones utilitarias o de supervivencia. La forma designa un conjunto de restricciones que afectan a la organización espacial y temporal del juego artístico: las reglas del juego del arte. El ingrediente estético apunta a la existencia universal de una capacidad humana para dar respuestas emocionales de apreciación y placer cuando el arte es logrado. La transformación-representación se refiere al aspecto comunicativo del arte. El arte siempre representa alguna cosa —comunica una información—, pero esta cosa nunca es representada en su forma, sonido, color, movimiento o sentimiento literales. A diferencia de lo que ocurre en otras formas de comunicación, la representación, para ser arte, debe transformarse en algún tipo de expresión lingüística, movimiento, imagen u objeto metafóricos o simbólicos que están en lugar de lo que está siendo representado. Así, un retrato, por «realista» que sea, sólo puede ser una transformación del individuo representado.

Como subraya Alland, el juego, la preocupación por la forma y algún sentido estético se encuentran en muchos animales no humanos. A los chimpancés, por ejemplo, les gusta jugar con pinturas. Su preocupación por la forma se demuestra porque colocan sus dibujos en el centro de espacios en blanco y porque buscan un equilibrio entre los dibujos que sitúan en diferentes partes de una hoja (no se limitan simplemente a emborronar la hoja). Cierto sentido de la estética puede inferirse de sus reiterados intentos de copiar con exactitud dibujos sencillos, como círculos y triángulos. Además, como hemos visto en el Capítulo 3. Lenguaje y cultura, la capacidad de emplear símbolos y aprender las reglas de la transformación simbólica no es privativa de los seres humanos. El chimpancé Moja, de tres años de edad, dibujó un pájaro y dio el signo correspondiente al mismo. Para asegurarse de que no se trataba de una baya, en vez de un pájaro, su entrenador le pidió que pintara una baya, cosa que realizó inmediatamente (Hill, 1978:98).

De todas formas, a la capacidad artística de los simios le sucede lo que a su dominio del lenguaje gramatical: que no rebasa el nivel más rudimentario. Aunque los rudimentos del arte pueden encontrarse en nuestra herencia primate, sólo el Homo sapiens puede ser calificado con justicia de animal artístico.