Una manera de impedir que la definición de religión se haga tan amplia que abarque prácticamente todas las creencias consiste en distinguir entre seres y fuerzas sobrenaturales y naturales. Sin embargo, hay que subrayar que pocas culturas dividen clara y oportunamente sus creencias en categorías naturales y sobrenaturales. En una cultura en la que la gente cree que los espíritus siempre están presentes, proveer a los antepasados fallecidos de alimento y bebida no tiene por qué ser necesariamente natural o sobrenatural. La cultura puede carecer de las categorías emic «natural» y «sobrenatural». Asimismo cuando un chamán sopla humo sobre un paciente y extrae triunfalmente un pedazo de hueso supuestamente introducido en él por un enemigo, la pregunta de si la actuación es natural o sobrenatural puede carecer de significado emic.
Cuando escribe sobre los gururumba de las tierras altas de Nueva Guinea occidental, Philip Newman señala que «tienen una serie de creencias que postulan la existencia de entidades y fuerzas que nosotros llamaríamos sobrenaturales». No obstante, el contraste entre lo natural y lo sobrenatural no es pertinente, desde el punto de vista emic, para los mismos gururumba:
Hay que decir… que nuestro uso de la noción de «sobrenatural» no corresponde a ningún concepto gururumba: estos no dividen el mundo en una parte natural y otra sobrenatural. Algunas entidades, fuerzas y procesos deben ser controlados en parte mediante lusu, un término que denota rituales relacionados con el crecimiento, la curación o la estimulación de la fuerza, mientras que otros rara vez necesitan ser controlados de esta manera… Sin embargo, lusu no contrasta con ningún término que designe un campo de control en el que la naturaleza de los controles difiere de lusu. Por consiguiente, lusu forma parte sencillamente de todas las técnicas de control, y lo que controla forma parte de todas las cosas que requieren un control humano (Newman, 1965:83).