Resumen

Edward Tylor definió la religión como animismo o doctrina de las almas. Según Tylor, de la idea del alma surgió la de todos los seres divinos, mientras que la misma idea del alma se desarrolló como un intento de explicar fenómenos como trances, sueños, sombras y reflejos. Se ha criticado la definición de Tylor por no considerar la naturaleza multifuncional de la religión y por pasar por alto la realidad del contacto alucinatorio directo con seres extraordinarios.

Como demuestra la creencia de los jíbaros en las tres almas, cada cultura utiliza los conceptos básicos de animismo según su propia y peculiar manera.

La definición de religión dada por Tylor se completó con los conceptos de animatismo y mana de Marett. El animatismo alude a la creencia en la presencia de una fuerza vital, impersonal, de índole distinta a la del alma, en personas, animales y objetos. La concentración de esta fuerza confiere mana o capacidad de tener un poder y éxito extraordinarios a personas, animales y objetos.

Hay que señalar que la distinción occidental entre lo natural y lo sobrenatural es de utilidad limitada al definir la religión desde un punto de vista emic. Como indica el caso de los gururumba, la necesidad de rituales para controlar ciertas entidades, procesos o fuerzas no significa que otras entidades, procesos o fuerzas puedan ser controlados por un conjunto contrastante de rituales. En otras palabras, en muchas culturas no existe una oposición entre controles sobrenaturales y naturales, sino sólo controles.

La distinción entre los ámbitos sagrado y profano de la experiencia humana puede tener una validez universal mayor que la distinción entre lo natural y lo sobrenatural. Según Durkheim, la sensación de que algo es sagrado expresa el temor que se tiene a la fuerza oculta del consenso social. Así, aunque el contenido del ámbito de lo sagrado puede variar según las culturas, el contraste entre lo sagrado y lo profano probablemente ocurre de modo universal.

Frazer intentó abordar la enorme variedad de la experiencia religiosa separando la religión de la magia. La humildad, la súplica y la duda caracterizan a la religión; la causa y efecto rutinarios caracterizan a la magia. Esta distinción es difícil de mantener ante la rutina y el modo coactivo con que a menudo se manipula a los seres animistas. No hay diferencias profundas entre oraciones y hechizos mágicos. La religión es una mezcla de temor y asombro, aburrimiento y entusiasmo, poder y debilidad.

Las principales variedades de creencias y rituales muestran una correlación con los niveles de organización económico-política. Se pueden distinguir cuatro niveles de organizaciones o cultos religiosos: individualista, chamanista, comunitario y eclesiástico.

La religión esquimal ilustra el nivel individualista o del «hágaselo usted mismo». Cada individuo realiza una serie de rituales y observa un conjunto de tabúes que se consideran esenciales para la supervivencia y bienestar, sin la ayuda de un especialista con dedicación plena o a tiempo parcial. Sin embargo, no hay que confundir los cultos del «hágaselo usted mismo» con «cualquier cosa vale». Como demuestra el ejemplo de la búsqueda de visiones entre los crow, las creencias y rituales individualistas siguen siempre pautas determinadas culturalmente.

Ninguna cultura está desprovista de cultos chamanistas, definidos por la presencia de expertos mágico-religiosos o chamanes con dedicación a tiempo parcial que tienen talentos y conocimientos especiales, incluidos la prestidigitación, los trances y la posesión. Como indica el caso del chamanismo tapirapé, se recurre a menudo a los chamanes para curar enfermos, así como para identificar y destruir a los malhechores. Muchos chamanes creen poder volar y desplazarse a través del tiempo.

Los cultos comunitarios, que implican rituales públicos considerados esenciales para el bienestar o supervivencia de todo el grupo social, también están presentes hasta cierto punto en todos los niveles político-económicos. Incluso en culturas como la esquimal y la crow, en las que predominan los rituales individualistas y chamanistas, también existen rituales comunitarios, tales como la confesión pública y la Danza del Sol. Se pueden distinguir dos tipos principales de ritos comunitarios: los de solidaridad y los de paso. Tal como ilustran los rituales totémicos de los arunta, los ritos de solidaridad reafirman e intensifican el sentido de identidad común del grupo y expresan en forma simbólica sus derechos sobre un determinado territorio y los recursos que contiene. Como se ilustra en los rituales de circuncisión ndembu, los ritos de paso denotan simbólica y públicamente la extinción o «muerte» del estatus socialmente significativo de un individuo o grupo y la adquisición o «nacimiento» de un nuevo estatus socialmente significativo.

Finalmente, los cultos eclesiásticos están dominados por una jerarquía de especialistas o «sacerdotes» con plena dedicación cuyo conocimiento y habilidades suelen estar al servicio de una clase dirigente de nivel estatal. Para preservar y aumentar el bienestar del Estado y del universo, los especialistas eclesiásticos deben adquirir información histórica, astronómica y ritual. Asimismo los cultos eclesiásticos se caracterizan por ingentes inversiones en edificios, monumentos y personal y por una profunda división entre los celebrantes especialistas del ritual y la gran masa de espectadores más o menos pasivos que constituyen la «congregación». Con el desarrollo del Estado, el objetivo de la guerra cambió de destruir completamente a la población enemiga a incorporarla dentro de sistemas imperiales. Esto condujo al fin de la práctica del canibalismo y del comerse a los prisioneros de guerra. Una teoría que explica los rasgos únicos de la religión azteca es la de que los recursos animales del México central se habían agotado. Era difícil para el Estado azteca contenerse de recompensar a sus soldados con carne de los enemigos en su esfuerzo por justificar, expandir y consolidar el poder de la clase dirigente. El agotamiento de los recursos animales de los aztecas se muestra en la prominencia que en su dieta tenían insectos, gusanos y algas. Mientras podían obtenerse raciones equilibradas en proteínas del maíz y las habas, la insistencia en obtener y consumir carne de vertebrados y productos del día refleja una estrategia adaptativa universal a maximizar el consumo de proteínas, grasa, minerales y vitaminas. El consumo azteca de carne humana era una expresión de esta estrategia adaptativa. No podía ser suprimido a causa del agotamiento de fuentes alternativas de alimentación animal.

La revitalización es otra categoría de fenómenos religiosos que no se puede entender al margen de las condiciones político-económicas. Bajo tensiones político-económicas, las castas, clases, minorías y grupos étnicos subordinados desarrollan creencias y rituales que pretenden lograr una drástica mejora en su bienestar inmediato y/o en una vida futura. Estos movimientos tienen la capacidad latente de atacar a los grupos dominantes directa o indirectamente a través de la acción política o militar; por otra parte, se pueden replegar sobre sí mismos y acomodarse recurriendo a doctrinas y rituales pasivos que implican una culpa individual, drogas y contemplación.

Las revitalizaciones de los americanos nativos fueron al principio protestas violentas contra el genocidio y el etnocidio. Los sioux se pusieron las camisas de la Danza de los Espíritus para protegerse contra las balas. Después de la represión del movimiento de la Danza de los Espíritus, la revitalización volvió a una renovación contemplativa de las tradiciones nativas, como en la religión del peyote. En los últimos tiempos, la lucha de los americanos nativos se ha vuelto más secular y legalista.

Las revitalizaciones «cargo» de Melanesia y Nueva Guinea vaticinaron el retorno de los antepasados en barcos cargados de bienes comerciales europeos. Posteriormente, los aviones y las naves espaciales sustituyeron a los barcos de vela y a los buques de vapor. Los cultos «cargo» reflejaban una incomprensión de los sistemas estatales industriales por pueblos que estaban viviendo en el nivel aldeano de la evolución política cuando entraron en el sistema de trabajo asalariado.

Las creencias y rituales religiosos también muestran relaciones adaptativas en forma de tabúes. A menudo los tabúes adoptan la forma de mandatos sagrados que resuelven las ambigüedades y controlan la tentación de involucrarse en conductas como el incesto, que tienen beneficios a corto plazo pero que, a la larga, son socialmente perturbadoras. Con este enfoque se pueden examinar muchos tabúes sobre animales cuya explotación provoca consecuencias ecológicas y económicas ambiguas. Por ejemplo, el tabú del cerdo entre los antiguos israelitas se puede comprender como una adaptación al cambio de los costos y beneficios de la cría de cerdos, provocado por el crecimiento demográfico, la deforestación y la desertización. Una relación análoga entre costos y beneficios, a corto y a largo plazo, puede también explicar la pauta de uso y no uso de ciertos animales y tabúes asociados a diversas intensidades de lo sagrado que cabe observar en aldeas de diferentes tamaños de la selva tropical amazónica. Un ejemplo final de la forma en que tabúes y religiones enteras se adaptan a contextos políticos, económicos y ecológicos cambiantes es la vaca sagrada en la India.