Las clases campesinas

La mayor parte de los seres humanos que viven en la actualidad pertenecen a un tipo u otro de clase campesina. Campesinos son las clases subordinadas productoras de alimentos de las sociedades estatales que utilizan tecnologías preindustriales de producción de alimentos. El tipo de rentas o impuestos que se obtienen de los campesinos define los rasgos esenciales de su inferioridad estructural. De los campesinos se extraen muchas clases diferentes de rentas o impuestos. Pero «los campesinos de todos los tiempos y lugares son inferiores estructurales». (Dalton, 1972:406).

Cada uno de los principales tipos de economía política campesina es tema de una extensa bibliografía. Los antropólogos han estudiado las comunidades campesinas más a fondo aún que las sociedades tribales o las cazadoras y recolectaras (Pello y Pelto, 1973). Pueden distinguirse tres tipos fundamentales de clases campesinas.

  1. Campesinos feudales.— Están sujetos al control de una clase dirigente hereditaria de carácter descentralizado cuyos miembros se prestan mutuamente ayuda militar, pero no interfieren en los dominios territoriales de los demás. Los campesinos feudales, o «siervos», heredan la oportunidad de explotar una parcela concreta de tierra; de ahí que se diga que están «ligados a la tierra». Por el privilegio de cultivar sus propios alimentos, los campesinos entregan al señor una renta en especie o en dinero. La renta puede adoptar también la forma de servicio laboral en las cocinas, establos o campos del señor.

    Algunos antropólogos, siguiendo las directrices de los historiadores del feudalismo europeo, describen las relaciones feudales como un intercambio más o menos equitativo de obligaciones, deberes, privilegios y derechos mutuos entre señor y siervo. Por ejemplo, George Dalton (1969:390-391) enumera los siguientes servicios y pagos de los señores feudales europeos a los campesinos:

    1. Concesión a los campesinos del derecho a usar la tierra para su subsistencia y para la explotación de cultivos comercializables.
    2. Protección militar (por ejemplo, contra invasores).
    3. Protección policial (por ejemplo, contra robos).
    4. Servicios jurídicos para dirimir las disputas.
    5. Donación de festines en Navidad y Pascua, así como regalos de cosechas.
    6. Alimento en los días que trabajan las tierras del señor.
    7. Provisión de alimentos de emergencia en tiempos de desastres.

    Dalton niega que los campesinos feudales fuesen explotados, puesto que no se puede dar por supuesto que «el campesino pagara al señor mucho más de lo que recibía». Otros antropólogos señalan que la razón por la que los campesinos feudales son «inferiores estructurales» es que la clase dirigente feudal les priva del libre acceso a la tierra y a los recursos que sostienen la vida. Esta forma de privación es la antítesis del principio de reciprocidad y de la redistribución igualitaria. El contraflujo de bienes y servicios enumerados por Dalton simplemente perpetúa la inferioridad estructural de los campesinos. El único regalo que alteraría esta relación, el regalo de la tierra (exenta de rentas o impuestos), nunca se da.

    La historia nos enseña que la inferioridad estructural de los campesinos no es algo que les resulte aceptable. Una y otra vez, el mundo se ha visto convulsionado por revoluciones en las que los campesinos luchaban con la esperanza de restablecer el libre acceso a la tierra (E. Wolf, 1969).

    Muchos campesinados feudales deben su existencia a la conquista militar, lo que subraya la naturaleza explotadora de la relación entre terrateniente y siervo. Por ejemplo, la corona española recompensó a Cortés, a Pizarro y a los demás conquistadores con señoríos sobre grandes zonas de los territorios conquistados en México y Perú. Las fuertes exigencias de trabajo y tributos sobre los nativos conquistados contribuyeron a un drástico descenso de sus efectivos demográficos (Dobyns, 1966; Smith, 1970).

  2. Campesinados de estados agrogerenciales.— Donde el Estado está fuertemente centralizado, como en los casos del antiguo Perú, Egipto, Mesopotamia y China, los campesinos pueden estar directamente sometidos al control estatal además de a, o en ausencia de, una clase terrateniente local. A diferencia de los campesinos feudales, los campesinos de este tipo de estados están sujetos a un reclutamiento frecuente para brigadas de trabajo, que se efectúa en aldeas de todo el reino con objeto de construir carreteras, presas, canales de regadío, palacios y monumentos. Como compensación, el Estado hace un esfuerzo para alimentar a sus campesinos en caso de escasez de alimentos causada por sequías y otras calamidades. Se ha comparado a menudo el fuerte control burocrático sobre los contingentes de producción y los estilos de vida en los antiguos estados agrogerenciales con el trato recibido por los campesinos en modernas sociedades socialistas y comunistas como China, Albania, Vietnam y Camboya. El Estado en estos países es omnipotente: fija los contingentes de producción, controla los precios y recauda impuestos en especie y en trabajo. Por supuesto, reviste importancia el grado en que los campesinos pueden acceder a puestos de dirigentes del partido y burócratas (y viceversa). En China, bajo Mao Tse-tung se hizo un considerable esfuerzo por destruir la naturaleza clasista de la identidad campesina y fundir toda la fuerza de trabajo —intelectual, industrial y agrícola— en una única clase obrera. Pero algunos analistas insisten en que la economía política china no equivale ni más ni menos que a la restauración del socialismo estatal de carácter despótico y agrogerencial que existió durante miles de años bajo las dinastías Ming, Han y Chou (Wittfogel, 1960; 1979).
  3. Campesinos capitalistas.— En África, Latinoamérica, India y Sudeste asiático, los tipos de campesinos feudal y agrogerencial han sido sustituidos por campesinos que gozan de mayores oportunidades para comprar y vender tierra, trabajo y alimentos en mercados competitivos. La mayor parte de los campesinados existentes en el mundo fuera del bloque comunista pertenecen a esta categoría. Las variedades de inferioridad estructural dentro de este grupo desafían cualquier taxonomía simplista. Algunos campesinos capitalistas están subordinados a grandes terratenientes; otros a bancos por hipotecas y pagarés.

    Cuando los cultivos en explotación se envían al mercado internacional, las haciendas son de tipo grande (latifundios) y los propietarios reales de las tierras tienden a ser los bancos comerciales. En otras partes, en regiones más aisladas o improductivas, las haciendas pueden ser muy pequeñas, dando lugar a granjas diminutas llamadas minifundios y al fenómeno que Sol Tax (1953) ha llamado acertadamente «capitalismo del céntimo».

    Los campesinos capitalistas corresponden a lo que Dalton llama «primeros campesinos modernizados». Muestran los siguientes rasgos:

    1. Tenencia de tierras negociable.
    2. Predominio de la producción para el mercado.
    3. Sensibilidad creciente a los mercados de bienes y trabajo nacionales.
    4. Inicios de modernización tecnológica.

    Aunque muchos campesinos capitalistas poseen su propia tierra, no se libran del pago de rentas o su equivalente. Muchas comunidades de campesinos propietarios de tierras constituyen reservas de mano de obra para plantaciones y agricultores mayores y más fuertemente capitalizados. Los campesinos del «capitalismo del céntimo» están obligados a menudo a trabajar como asalariados en estas empresas de cultivos comercializados y no pueden obtener los ingresos suficientes para satisfacer las necesidades de subsistencia con la venta de sus productos en el mercado local.