Sexo, edad y clase

Las jerarquías sexuales se distinguen convencionalmente de las jerarquías de clases. Aquí seguiremos esta convención, posponiendo el análisis de las mismas hasta el Capítulo 14. La distinción se basa en el hecho de que las jerarquías de clases incluyen a ambos sexos, en tanto que las sexuales hacen referencia a la dominación de un sexo por parte de otro dentro y a través de las clases. Además, a diferencia de las jerarquías clasistas, las sexuales se dan tanto en los estados como en bandas, aldeas y jefaturas. No quiere esto decir que las segundas revistan menos importancia o sean menos severas, sino pura y simplemente que es mejor analizarlas en el contexto de un examen de los roles sexuales generales en vez de en el de las formas estatales de estratificación.

Hay que subrayar que los grupos de edad, tanto en las sociedades estatales como en las preestatales, están a menudo asociados a distribuciones de poder desiguales. De hecho, las diferencias jerárquicas entre adultos maduros y jóvenes y niños son universales. Por añadidura, el trato que los niños reciben de los adultos implica a veces prácticas sumamente explotadoras, física y mentalmente punitivas. Se podría argüir que la diferencia fundamental entre las jerarquías de edad y las clasistas y sexuales consiste en que los niños son objeto de malos tratos y explotación «por su propio bien». Ahora bien, esto es lo que cualquier tipo de grupo dominante dice siempre a los grupos subordinados bajo su control. El hecho de que algún grado de subordinación de los jóvenes y niños resulte necesario para la endoculturación y la supervivencia de la población no significa que estas jerarquías difieran fundamentalmente de las basadas en la clase y el sexo. El trato brutal a los niños puede infligir daños permanentes a su salud y bienestar. La semejanza entre las jerarquías de edad y las clasistas es también palpable en los casos en que los ancianos constituyen un grupo menospreciado y carente de poder. En muchas sociedades, los ancianos son víctimas de un trato físico y psicológico de carácter punitivo comparable al que se da a los criminales y enemigos del Estado. Las descripciones de la estructura de clases nunca deben, pues, perder de vista las diferencias en el poder y en el estilo de vida asociadas a los grupos de sexo y edad dentro de cada clase.