Bajo ciertas circunstancias, las grandes jefaturas evolucionaron en estados. El Estado es una forma de sociedad políticamente centralizada cuyas élites gobernantes tienen el poder de obligar a sus subordinados a pagar impuestos, prestar servicios y obedecer las leyes (Carneiro, 1981:69). Son tres las condiciones infraestructurales que conducen a la transformación de las jefaturas en estados:
La significación de la circunscripción, cualquiera que sea su forma precisa, está en que las facciones de miembros descontentos de una jefatura no pueden escaparse de sus señores sin sufrir una fuerte recaída en su nivel de vida. Dadas estas condiciones infraestructurales, ciertos cambios en la estructura política y económica de una jefatura se hacen más probables. Primero, cuanto más grande y más densa sea la población y el excedente de producción mayor, mayor es también la capacidad de las élites para mantener especialistas de la coacción, guardias de palacio y un ejército profesional permanente. Segundo, cuanto más poderosa sea la élite, mayor su capacidad para acometer guerras o comercio a larga distancia y para conquistar, incorporar y explotar nuevos territorios y nuevas poblaciones. Tercero, cuanto más poderosa es la élite, más estratificada es la redistribución de la riqueza generada por el comercio y el excedente de las cosechas. Y cuarto, cuanto más extenso sea el horizonte territorial de control político y mayor la inversión del modo de producción, menos oportunidades y menos ventaja se sacará de huidas o emigraciones. En seguida, las contribuciones al almacén central dejan de ser voluntarias. Se convierten en impuestos. Se deja de tener derecho de acceso a las tierras cultivables y a los recursos naturales. Se convierte en licencias. Los productores de alimentos dejan de ser seguidores del jefe. Se convierten en campesinos. Los redistribuidores dejan de ser jefes. Se convierten en reyes. Y las jefaturas dejan de ser jefaturas. Se convierten en estados.
Como las élites gobernantes obligan a sus subordinados a pagar impuestos y tributos, a prestar servicios en la milicia o en obras y a obedecer las leyes, el proceso completo de intensificación, expansión, conquista y estratificación y centralización del control se está continuamente incrementando o «amplificando» por medio de una forma de cambio llamada «feedback positiva». (Cuadro 10.1). Donde los modos «retroalimentación» [feedback] de producción pudieron mantener un número suficiente de campesinos y guerreros, este proceso de retroalimentación acabó recurrentemente en que los estados conquistaron otros estados y emergieron imperios preindustriales que dominaron vastos territorios habitados por millones de personas (R. Cohén, 1984; Fried, 1978; Haas, 1982; MacNeish, 1981; Service, 1975).
Cuadro 10.1
Dos tipos de retroalimentación
Una vez que los primeros estados llegaron a constituirse, ellos mismos establecieron barreras contra la huida de gente que quiso preservar los sistemas igualitarios. Además, teniendo a otros estados por vecinos, los pueblos igualitarios se encontraron cada vez más involucrados en guerras y obligados a incrementar la producción y a dotar a sus redistribuidores y jefes de guerra de más y más poder con el fin de liberarse de las tendencias expansionistas de sus vecinos. Así se constituyeron muchos de los estados del mundo en una gran diversidad de condiciones históricas y ecológicas específicas (Fried, 1967). Pero una vez constituidos, tendieron a expandirse, a absorber y a disolver a pueblos sin Estado (Carneiro, 1978; R. Cohén, 1984).