Los «grandes hombres» y la guerra

Antiguamente, los mumis eran tan famosos por su habilidad para conseguir hombres que luchasen por ellos como por su habilidad para conseguir hombres que trabajasen para ellos. La guerra había sido suprimida por las autoridades coloniales mucho antes de que Oliver llevara a efecto su estudio, pero el recuerdo de los caudillos guerreros mumi seguía vivo entre los siuai. En palabras de un anciano:

En los viejos tiempos había mumis más grandes que hoy. En aquel tiempo eran fieros e implacables caudillos guerreros. Asolaban la campiña y sus casas de hombres estaban completamente cubiertas con los cráneos de los individuos que habían matado (Oliver, 1955:411).

Al cantar las alabanzas de sus mumis, la generación de siuai pacificados los llama «guerreros» y «matadores de hombres y de cerdos».

Trueno que hace temblar la tierra.

Hacedor de muchos festines.

¡Qué vacíos de sones de gong quedarán todos los lugares

cuando nos dejes!

Guerrero, gallarda flor.

Matador de hombres y cerdos.

Quién traerá renombre a nuestros lugares

cuando nos dejes.

(Olivar, 1955:399).

Los informantes de Oliver le dijeron que los mumis gozaban de más autoridad en los días en que todavía se practicaba la guerra. Algunos caudillos guerreros mumis tenían incluso uno o dos prisioneros que recibían trato de esclavos y eran forzados a trabajar en sus huertos familiares. Y la gente no podía «hablar alto e infamatoriamente contra sus mumis sin temor a ser castigados». Esto encaja con las expectativas teóricas, ya que la capacidad para redistribuir carne va de la mano de la capacidad para atraer un séquito de guerreros, equiparlos para el combate y recompensarlos con el expolio de la batalla. Según parece, la rivalidad entre mumis belicosos estaba conduciendo a una organización política de ámbito insular cuando llegaron los primeros viajeros europeos a Bougainville. De acuerdo con Oliver (1955:420), «durante ciertos periodos de tiempo muchas aldeas vecinas luchaban juntas de manera tan estable que surgió un esquema de regiones en guerra, cada una de ellas más o menos en paz interna y con un mumi destacado cuyas actividades bélicas proporcionaban cohesión social interna». Estos mumis disfrutaban de fama regional, pero sus prerrogativas seguían siendo rudimentarias. Esto se demuestra en el hecho de que tuvieran que proporcionar prostitutas a sus seguidores y regalarles carne de cerdo y otros manjares. Como decía un viejo guerrero:

Si el mumi no nos traía mujeres nos enfadábamos… Podíamos pasar la noche copulando y todavía querer más.

Lo mismo pasaba con la comida. La casa de hombres solía estar repleta de alimentos, y por más que comiésemos, jamás nos sentíamos satisfechos. Aquellos eran tiempos maravillosos (ibíd:415).

Además, el mumi que quisiera acaudillar una partida de guerreros tenía que estar personalmente preparado para pagar una indemnización por cada uno de sus hombres que cayera en la batalla y proporcionar un cerdo para su festín funerario.