Movilización de la opinión pública: el duelo de canciones

El requisito más importante para el control de las disputas en las sociedades organizadas en bandas y aldeas es el aislamiento temporal de los litigantes, de tal manera que no se produzca una respuesta corporativa por parte de sus respectivos grupos de parentesco. Mientras los litigantes crean contar con el apoyo de sus grupos de parentesco, continuarán insistiendo en sus pretensiones contrapuestas. Ahora bien, los miembros de estos grupos nunca reaccionan mecánicamente. No desean verse atrapados en una situación en la que la mayoría de la gente de la banda o aldea se les opone. En otras palabras, la opinión pública influye en el apoyo que los litigantes pueden esperar de sus grupos de parentesco. Debido a la importancia de alinear a los partidarios potenciales de los grupos de parentesco al lado de la corriente de la opinión pública, el concepto de justicia en las aldeas y bandas resulta extraño a los occidentales. Lo que importa no es tanto quién tiene moralmente la razón o está equivocado, o quién miente o dice la verdad. Lo importante es movilizar la opinión pública hacia uno u otro bando con la fuerza suficiente para impedir el estallido de venganzas de sangre a gran escala.

Un ejemplo clásico de cómo se puede alcanzar esta movilización independientemente de los principios abstractos de la justicia, es el duelo de canciones entre los esquimales centrales y orientales. Aquí es frecuente que un hombre afirme que otro le ha robado su esposa. La reconvención consiste en que ella no fue raptada, sino que se fue voluntariamente porque su marido «no era lo bastante hombre» para cuidar bien de ella. La cuestión se resuelve en una gran reunión pública que se podría comparar con un tribunal. Pero no se escuchan testimonios en apoyo de una u otra versión del incidente. En vez de ello, los «litigantes» se turnan para cantar canciones insultantes contra su adversario. El «tribunal» responde a cada actuación con diferentes grados de risas. Finalmente, uno de los cantores se pone nervioso, arreciando los gritos proferidos contra él; incluso sus parientes pasan momentos difíciles para no reír.

Corrió un rumor

Sobre un hombre y una esposa

Que no podían avenirse

¿Y en qué consistía?

Una esposa que,

en su legítimo enojo,

Desgarró las pieles de su marido,

Cogió su canoa

Y se alejó remando con su hijo.

Ay-Ay, todos los que me escucháis

¿Qué pensáis de él

Que es grande en su enojo

Pero débil en fuerza,

Lloriqueando en vano?

Obtuvo lo que se merecía

Aunque fue él quien orgullosamente

Inició esta disputa con palabras estúpidas.

(Adaptado de Rasmussen, 1929:231-232).

Los esquimales no tienen especialistas policiales y militares que se encarguen de hacer respetar la «decisión». Sin embargo, es probable que el hombre que ha perdido el duelo de canciones se dé por vencido porque ya no puede contar con nadie que le apoye si opta por continuar la disputa. No obstante, la parte derrotada puede decidir actuar por su cuenta.

En ocasiones, el rapto de esposas lleva al homicidio. Cuando esto sucede, el hombre que ha perdido apoyo público puede seguir con vida durante bastante tiempo merced a su propia vigilancia y habilidad en el combate. Probablemente tendrá que volver a matar, y con cada trasgresión, la coalición contra él será mayor y más decidida, hasta que finalmente caiga en una emboscada.