Las reglas de filiación

De las relaciones de filiación de un individuo pueden deducirse sus deberes, derechos y privilegios con respecto a otras personas y en relación con muchos aspectos de la vida social. Su nombre, familia, residencia, rango, propiedad y estatus étnico y nacional pueden depender de estas adscripciones basadas en la filiación, adscripciones que son independientes de cualquier logro, salvo nacer y mantenerse vivo. (Los estatus adscritos y los adquiridos o logrados existen en todas las culturas).

Los antropólogos distinguen dos grandes clases de reglas de filiación: la cognaticia y la unilineal. Las reglas de filiación cognaticias son aquellas en las que se usa la filiación masculina y femenina para establecer cualquiera de los deberes, derechos y privilegios antes mencionados. Las unilineales restringen los lazos parentales, o bien exclusivamente a los varones, o bien exclusivamente a las hembras.

La forma más frecuente de regla cognaticia es la filiación bilateral: el parentesco se traza de forma igual y simétrica siguiendo las líneas materna y paterna en las generaciones ascendente y descendente y a través de individuos de ambos sexos (Fig. 8.2).

Fig. 8.2. Filiación bilateral.

Todos los representantes en el diagrama tienen una relación de filiación con Ego.

La segunda variedad importante de la regla cognaticia se denomina filiación ambilineal (Fig. 8.3). En este caso, las líneas de filiación trazadas por ego[15] ignoran el sexo de los lazos parentales, pero las líneas no se trazan de igual forma en todas las direcciones. Como sucede en la filiación bilateral, el ego traza la filiación a través de varones y hembra, pero la línea se tuerce de un lado para otro, incluyendo a determinados antepasados o descendientes y excluyendo a otros. En otras palabras, el ego no computa la filiación de forma simultánea e igual a través de madres, padres y abuelos.

Fig. 8.3. Filiación ambilineal.

Ego sigue la filiación a través de los varones y las mujeres, pero no de la misma forma ni simultáneamente.

También hay dos grandes variedades en la filiación unilineal: la patrilinealidad y la matrilinealidad. En el primer caso, el ego sigue las líneas genealógicas ascendiente y descendiente sólo a través de los varones (Fig. 8.4). Hay que señalar que esto no significa que los individuos emparentados por filiación sean sólo varones; en cada generación hay parientes de ambos sexos. Sin embargo, en el paso de una generación a otra sólo son pertinentes los lazos masculinos; los hijos de las mujeres se pasan por alto en el cómputo de la filiación.

Fig. 8.4. Filiación patrilineal.

La filiación se sigue exclusivamente a través de los varones.

Cuando la filiación se traza matrilinealmente, el ego sigue las líneas ascendiente y descendiente sólo a través de las hembras (Fig. 8.5). Una vez más, hay que señalar que tanto los varones como las hembras pueden estar emparentados matrilinealmente; sólo en el paso de una generación a otra se omiten los hijos de los varones en el cómputo de la filiación.

Fig. 8.5. Filiación matrilineal.

La filiación se sigue exclusivamente a través de las hembras.

Una de las consecuencias lógicas más importantes de la filiación unilineal consiste en que separa a los hijos de germanos de sexo opuesto en categorías diferentes. Este efecto es especialmente importante en el caso de los primos. Adviértase que, en el caso patrilineal, el hijo y la hija de la hermana del padre del ego no comparten una filiación común con el ego, mientras que el hijo y la hija del hermano del padre del ego sí la comparten. En el caso de la filiación matrilineal, el mismo tipo de distinción se produce respecto a los «primos» del ego por el lado materno. Los hijos cuyos padres están emparentados entre sí como hermano y hermana se llaman primos cruzados; los hijos cuyos padres están emparentados entre sí como hermano y hermano o como hermana y hermana se llaman primos paralelos (Fig. 8.6).

Fig. 8.6. Primos paralelos y cruzados.

Los antropólogos también distinguen otra variedad de regla de filiación llamada doble filiación, en la que el ego traza de modo simultáneo la filiación, matrilinealmente, a través de la madre y, patrilinealmente, a través del padre. Esta difiere de la filiación unilineal en la que la filiación se computa sólo a través de los varones o de las hembras, pero no de ambos a la vez.

Puede haber asimismo muchas otras combinaciones de las reglas de filiación antes mencionadas. Por ejemplo, en todas las culturas existe algún grado de filiación bilateral en el cómputo de derechos y obligaciones. Si una sociedad observa la filiación patrilineal para agrupar a la gente en grupos domésticos propietarios de tierras, esto no significa que el ego y la hija del hermano de la madre no tengan derechos y obligaciones especiales entre sí. La moderna cultura euroamericana es fuertemente bilateral en lo que atañe a la composición de los grupos de parentesco y a la herencia de riqueza y propiedades; sin embargo, los nombres de familia son patronímicos; es decir, siguen líneas de filiación patrilineal. La cuestión estriba en que distintas variedades de filiación pueden ocurrir simultáneamente dentro de una sociedad determinada en la medida en que las reglas de filiación se aplican a diferentes esferas del pensamiento y la conducta.

Cada una de las anteriores reglas de filiación proporciona la base lógica para alinear mentalmente a la gente en grupos de parentesco emic. Estos grupos tienen una influencia importante sobre su manera de pensar y comportarse en situaciones domésticas y extradomésticas. Un dato a tener en cuenta sobre los grupos de parentesco es que no tienen por qué componerse de parientes corresidentes, es decir, no tienen por qué ser grupos domésticos. A continuación describimos las principales variedades de estos grupos.