Aunque no hay base alguna para revivir las nociones decimonónicas de los estadios universales en la evolución del parentesco, sí existen ciertas tendencias evolutivas de carácter general que están verificadas. Las sociedades cazadoras y recolectaras tienden a tener grupos de filiación cognaticia y/o residencia bifocal porque su ajuste ecológico básico exige que los grupos locales sean abiertos, flexibles y no territoriales. Con el desarrollo de la horticultura y una vida más sedentaria en poblados, la identificación entre grupos domésticos o aldeas y territorios definidos se desarrolló y se volvió más exclusiva. Debido a razones ya discutidas (Cap. 9. Ley, orden y guerra en las sociedades igualitarias), la densidad demográfica se incrementó y la guerra se intensificó, lo que contribuyó a la necesidad de poner énfasis en la solidaridad y la unidad de grupo (Ember, Ember y Pastenak, 1974). Bajo estas condiciones, los grupos de filiación unilineal con núcleos de miembros localizados y bien definidos, así como un sentido creciente de solidaridad y una ideología de derechos exclusivos sobre recursos y gente se convirtieron en la forma predominante de los grupos de parentesco. A partir de una muestra de 797 sociedades agrícolas, Michael Harner (1970) ha mostrado que existe una correlación estadística muy alta entre una dependencia creciente de la agricultura, como algo opuesto a la caza y recolección, y la sustitución de los grupos de filiación cognaticia por grupos de filiación unilineal. Las sociedades de aldeanos horticultores organizadas de modo unilineal son más numerosas que las basadas en sistemas cognaticios; en la muestra de Harner, las primeras superan a las segundas en una proporción de 380 a 111. Además, casi todas las sociedades unilineales muestran signos de creciente presión demográfica, como el agotamiento de los recursos de alimentos y plantas silvestres.
Los grupos de filiación unilineal están asociados a una u otra variedad de residencia unilocal; es decir, la patrilinealidad a la patrilocalidad, y la matrilinealidad a la matrilocalidad. Por añadidura, hay una estrecha relación entre avunculocalidad y matrilinealidad. En la patrilinealidad, los padres, hermanos e hijos forman el núcleo del grupo doméstico; con la matrilocalidad, lo forman las madres, hermanas e hijas. Por tanto, las relaciones entre estas prácticas de residencia y reglas de filiación deberían ser claras. Sin embargo, la razón de la relación entre avunculocalidad y matrilinealidad es más compleja. En la avunculocalidad los hermanos de la madre y los hijos de la hermana forman el núcleo de la unidad doméstica; el hijo de la hermana ha nacido en la unidad doméstica del hermano de la madre de su marido, pero de joven o de adulto el hijo de la hermana abandona esta unidad doméstica y fija su residencia junto al hermano de su propia madre (Fig. 8.10). La manera en que funciona la avunculocalidad y la razón de que aparezca vinculada con la matrilinealidad se apreciarán con mayor claridad cuando examinemos las causas infraestructurales de la matrilocalidad y la patrilocalidad.