Resumen

El nivel estructural de los sistemas socioculturales está integrado en parte por grupos domésticos interrelacionados. Cabe identificar tales grupos por su ligazón a un espacio vital o domicilio en el que tienen lugar las actividades de comer y dormir, las relaciones sexuales maritales y la crianza y disciplinamiento de los jóvenes. Sin embargo, no hay una pauta única o mínima de actividades domésticas. Análogamente, tampoco se puede considerar la familia nuclear como la célula básica de todos los grupos domésticos. Aunque las familias nucleares existen en casi todas las sociedades, no siempre son el grupo doméstico dominante, y sus funciones sexual, reproductora y productiva pueden ser satisfechas por instituciones alternativas no necesariamente domésticas. En las familias polígamas y extensas es posible que el subconjunto padre-madre-hijo carezca de una existencia práctica separada del conjunto de los demás parientes y sus múltiples cónyuges. Se conocen numerosos casos de grupos domésticos sin marido-padre corresidente. Aunque hay que educar y proteger a los niños, nadie sabe los límites mínimos que deben tener las instituciones domésticas humanas para satisfacer la naturaleza humana. Uno de los hechos más importantes acerca de las instituciones domésticas humanas es que no existe una sola pauta que sea más «natural» que otra.

Por lo demás, las pautas humanas de apareamiento muestran un enorme grado de diversidad. Aunque en todo el mundo se da algo similar a lo que se llama matrimonio, es difícil especificar la esencia mental y conductual de esta relación. La existencia de matrimonios entre hombres, entre mujeres, con «padre femenino» y sin hijos dificultan una definición mínima que no vulnere los sentimientos de nadie. Hasta la corresidencia puede no ser esencial, como demuestran los nayar y otras unidades domésticas con uno solo de los padres. Incluso restringiendo la definición de matrimonio a las uniones heterosexuales entre corresidentes que dan por resultado la reproducción, hay una asombrosa variedad de derechos y deberes asociados a las funciones productiva, sexual y reproductora de los cónyuges y su prole.

Para comprender el matrimonio heterosexual de finalidad reproductora entre corresidentes en las familias extensas, ha de contemplarse el matrimonio como una relación tanto entre grupos corporativos como entre individuos que cohabitan. Los intereses divergentes de estos grupos corporativos se reconcilian mediante intercambios recíprocos que adoptan las formas de intercambio de hermanas, precio de la novia, servicio del pretendiente, dote y precio del novio. El principio común subyacente en estos intercambios, excepto para la dote, consiste en que, al donar un hombre o una mujer a otra familia extensa, la corporación doméstica no renuncia a sus intereses sobre la prole de la pareja casada y espera una compensación por la pérdida de un trabajador valioso.

La mayoría de los grupos domésticos son exógenos. Esto puede ser consecuencia de la programación instintiva o de una adaptación social y cultural. El análisis de la exogamia se centra necesariamente en las prohibiciones del incesto en el seno de la familia nuclear. Los apareamientos y matrimonios entre padre e hija, hermana y hermano y madre e hijo están prohibidos casi universalmente. La principal excepción la constituyen los matrimonios entre hermano y hermana observables en las élites dirigentes de varias sociedades estatales sumamente estratificadas. La teoría que fundamenta la evitación del incesto en factores instintivos hace hincapié en datos recogidos en Taiwan e Israel, que sugieren que los niños que se crían juntos desarrollan una mutua aversión sexual. Esta aversión se considera genéticamente adaptativa, puesto que reduciría los cruzamientos consanguíneos y el riesgo de una homocigosis perjudicial. Ahora bien, es posible dar otras interpretaciones a los estudios realizados en Taiwan e Israel. Se puede construir una teoría puramente cultural de la evitación del incesto a partir de la necesidad de las bandas y grupos domésticos de defender su capacidad de realizar intercambios matrimoniales recíprocos evitando que los padres guarden sus hijos para sí. En el futuro, la perpetuación de los tabúes del incesto puede estar relacionada exclusivamente con los crecientes peligros genéticos de la consanguinidad en poblaciones que portan una gran carga de alelos recesivos perjudiciales.

La exogamia y la evitación del incesto sólo son una pequeña parte del espectro de matrimonios preferidos y prohibidos que reflejan los fuertes intereses corporativos de los grupos domésticos. Las preferencias por ciertos tipos de intercambios matrimoniales crean connubios circulares en los que la reciprocidad entre los grupos domésticos puede ser directa o indirecta. Tales preferencias se pueden expresar en reglas que prescriben el matrimonio con un tipo concreto de primos. Ciertas reglas del matrimonio preferencial, como, por ejemplo, el levirato y el sororato, también ilustran la naturaleza corporativa del vínculo marital.