Todas las culturas tienen actividades y creencias que pueden agruparse bajo la categoría de la esfera doméstica de la vida. El núcleo de la esfera doméstica es un espacio de vivienda, abrigo, residencia o domicilio que sirve como lugar en el que se realizan ciertas actividades universalmente recurrentes. Ahora bien, no es posible ofrecer una simple lista de estas actividades. En muchas culturas, las actividades domésticas incluyen la preparación y consumo de alimentos; el aseo, acicalamiento y disciplinamiento del joven; el dormir y las relaciones sexuales de los adultos. Sin embargo, no hay ninguna cultura en la que estas actividades se realicen exclusivamente dentro de marcos domésticos. Por ejemplo, las relaciones sexuales en los pueblos organizados en bandas y aldeas tienen lugar más a menudo entre los matorrales o en el bosque que en la casa donde se duerme. En otros casos, se duerme lejos del lugar donde se come, y se conocen otros en que los domicilios no tienen niños residentes, como cuando los adultos viven solos o cuando se envía a los hijos a la escuela. La variedad de combinaciones de actividades características de la vida doméstica humana es tan grande que es difícil encontrar un único denominador común para todas ellas. (Cabría insistir en que debe haber, como mínimo, madres e hijos muy jóvenes, ¿pero qué hacer de las unidades domésticas sin hijos?). Sin embargo, esto constituye en sí mismo un hecho importante, pues ninguna otra especie muestra una variedad tan enorme de comportamientos asociados a las pautas de comer, dormir, buscar abrigo, tener relaciones sexuales y criar a los recién nacidos y a los niños.