Como veremos en el Cap. 10, la evolución de los sistemas económicos y políticos es, en gran medida, una consecuencia del desarrollo de formas de intercambio coactivas, que suplen o sustituyen casi totalmente al intercambio recíproco. Las formas coactivas de intercambio no han surgido como una oposición súbita y plenamente desarrollada a las formas recíprocas. Más bien es probable que aparecieran por primera vez como una extensión de las formas recíprocas familiares.
La mejor manera de comprender el sistema de intercambio que calificamos de redistribución es contemplarlo como una extensión de este estilo. En el intercambio redistributivo, los productos del trabajo de varios individuos diferentes se llevan a un lugar central, se clasifican por tipos, se cuentan y después se distribuyen entre productores y no productores indistintamente. Se requiere un esfuerzo importante de organización para llevar simultáneamente grandes cantidades de bienes a un solo lugar y distribuirlos en partes definidas. Esta coordinación se consigue normalmente gracias a individuos que actúan como redistribuidores. Por lo común, el redistribuidor intenta conscientemente aumentar e intensificar la producción, por lo que gana prestigio a los ojos de sus compañeros.
Hay que distinguir las formas igualitarias de las formas estratificadas de redistribución. La redistribución, como sistema de intercambio igualitario, corre a cargo de un redistribuidor que ha trabajado más duro que nadie para producir los artículos que se van a distribuir, que guarda para sí mismo la parte más pequeña o nada y que, una vez que todo ha acabado, se queda con menos posesiones materiales que ninguno. Por consiguiente, la redistribución en su forma igualitaria no parece ser sino un caso extremo de reciprocidad; el generoso proveedor lo distribuye todo y no espera nada a cambio, salvo la admiración de los que se benefician de sus esfuerzos.
Sin embargo, en la modalidad estratificada, el redistribuidor se abstiene de trabajar en el proceso de producción, se queda con la mayor parte y termina con más posesiones materiales que nadie.
El intercambio redistributivo, al igual que el recíproco, se inserta, generalmente, en un conjunto complejo de relaciones de parentesco y rituales que pueden oscurecer el significado etic de la conducta de intercambio. La redistribución adopta a menudo la forma de un festín para celebrar algún acontecimiento importante, como una cosecha, el final de un tabú ritual, la construcción de una casa, una muerte, un nacimiento o un matrimonio. Un rasgo común de los banquetes redistributivos melanesios consiste en que los huéspedes se atiborran de comida, se internan tambaleándose en la espesura, vomitan introduciéndose los dedos en la garganta y regresan después para seguir comiendo con renovado entusiasmo. Otro rasgo común de los banquetes redistributivos es la actitud jactanciosa y competitiva de los redistribuidores y sus parientes respecto a otros individuos o grupos que han dado festines. Esto contrasta notablemente con el intercambio recíproco. Examinemos con más detenimiento este contraste.