Resumen

Todas las culturas tienen una economía; un conjunto de instituciones que combinan la tecnología, el trabajo y los recursos naturales para producir y distribuir bienes y servicios. Se han diferenciado los aspectos organizativos de la economía de los aspectos infraestructurales con el fin de explorar la relación existente entre infraestructura y estructura. Los modos de intercambio, por ejemplo, expresan diferentes grados de intensificabilidad y de crecimiento de población.

El intercambio es parte integral de todas las economías, pero hay varias formas diferentes de organizar el flujo de bienes y servicios desde los productores a los consumidores.

Los mercados modernos y la compra-venta no son rasgos universales. La idea de que el dinero puede comprar todas (o casi todas) las cosas ha sido ajena a la mayoría de los seres humanos que han vivido a lo largo de la historia. Otros dos modos de intercambio, la reciprocidad y la redistribución, han desempeñado un papel económico más importante que los mercados.

En el intercambio recíproco no se especifican el tiempo ni la cantidad del contraflujo. Este tipo de intercambio sólo puede ser efectivo cuando está inserto en estrechas relaciones personales o de parentesco. La distribución diaria de alimentos entre los !kung es un ejemplo de intercambio recíproco. El control sobre el contraflujo se logra en el intercambio recíproco mediante la presión comunitaria sobre los aprovechados y los gandules. La reciprocidad persiste en las sociedades basadas en el mercado, en el seno de los grupos de parentesco y nos es familiar como donación de regalos a parientes y amigos.

En ausencia de mercados y de la supervisión policial y militar estatal, el comercio plantea un problema especial a la gente habituada al intercambio recíproco. El trueque silencioso representa una solución. Otra es crear asociados para comerciar que se tratan entre sí como parientes. El Kula es un ejemplo clásico de cómo se realiza un trueque de artículos de primera necesidad con el pretexto de los intercambios recíprocos.

El intercambio redistributivo implica la reunión de los bienes en un lugar central y su reparto por un redistribuidor entre los productores. En la transición de las formas igualitarias de redistribución a las estratificadas, la producción e intercambio cruzan la línea que separa las conductas económicas de índole voluntaria de las coactivas. En la forma igualitaria, el redistribuidor depende de la buena voluntad de los productores; en la estratificada, los segundos dependen de la buena voluntad del primero.

La redistribución se caracteriza por el cómputo de lo aportado y lo repartido. A diferencia de la reciprocidad, conduce a la jactancia y a la competencia manifiesta por el estatus prestigioso del gran proveedor. El potlatch kwakiutl es un ejemplo clásico de la relación entre redistribución y conducta ostentosa. El predominio de la redistribución sobre la reciprocidad tal vez esté relacionado con la posibilidad de intensificación que brindan ciertos modos de producción. Donde puede intensificarse la producción sin provocar agotamientos, las redistribuciones competitivas pueden cumplir funciones ecológicas con valor de adaptación, tales como proporcionar un margen extra de seguridad en años de escasez y nivelar la producción regional. El desarrollo de los potlatches destructivos entre los kwakiutl pudo haber sido causado por factores que derivan del contacto con europeos, como el recrudecimiento de la guerra, la introducción comercial de fusiles y munición y la despoblación.

El intercambio de mercado depende del desarrollo del dinero de uso múltiple, definido por los criterios de portabilidad, divisibilidad, convertibilidad, generalidad, anonimato y legalidad. Aunque algunos de estos rasgos también aparecen en patrones de valor de uso limitado, como en el caso del dinero de conchas de la isla Rossel, el dinero de uso múltiple y los mercados implican la existencia de formas estatales de control.

El mayor desarrollo del modo de intercambio de mercado está asociado a la economía política del capitalismo, en la cual prácticamente todos los bienes y servicios son susceptibles de compra-venta. Como la producción capitalista depende del consumismo, el prestigio se otorga a los que poseen o consumen el mayor número de bienes y servicios. Los intercambios de mercado se insertan en una economía política de control, necesaria por las desigualdades en el acceso a los recursos y el conflicto entre pobres y ricos. El caso de los kapauku ilustra las razones por las que no pueden existir instituciones de mercado y capitalismo en ausencia de controles estatales.

La relación entre formas políticas de control y modos de producción e intercambio se centra en muchas sociedades en torno a la cuestión de la propiedad de tierras. La renta, el trabajo de corveé y los impuestos reflejan un acceso diferencial a la tierra y a la tecnología. Así pues, vemos por qué el estudio comparativo de la economía debe incluir el de las instituciones en las que se inserta la economización.

La división del trabajo es piedra sillar de la vida social humana. Universalmente se usa el sexo y la edad para asignar diferentes tareas económicas. En las sociedades preindustriales los hombres realizan las actividades que requieren más fuerza. Su monopolio sobre las armas para cazar probablemente también está relacionado con su papel como combatientes en las guerras. Las mujeres en las sociedades preestatales se especializan en tareas centradas en la recolección y en el cuidado de los niños. La base infraestructural de esta extendida división sexual del trabajo, sin embargo, cesó de existir en las sociedades industriales.

Los cambios en infraestructura —más altos outputs de energía y poblaciones más grandes— son responsables de los cambios en el número de especialistas a tiempo completo en economías agrícolas o industriales avanzadas, comparado con el de sociedades cazadoras-recolectoras y agrícolas simples. En paralelo con el incremento en especialización, el trabajo se hace menos voluntario, menos espontáneo y más obligado y rutinizado. Paradójicamente, a pesar de disponer de mayores cantidades de energía per cápita y año, muchos agricultores avanzados y trabajadores de fábricas y oficinas trabajan muchas más horas que gente como los !kung san o los machiguenga.