La división del trabajo

En toda economía, uno de los rasgos más importantes de organización es la asignación de diferentes tareas a distintas personas. Esto es lo que se llama división del trabajo. Por ejemplo, todas las economías asignan diferentes tipos de trabajo a niños y adultos, a hombres y mujeres. En la mayoría de las economías cazadoras y agrícolas simples, los hombres capturan grandes animales, pescados, recolectan miel, queman y limpian los bosques. Las mujeres y los niños recogen marisco, plantas, pequeños animales; escardan, recogen la cosecha y procesan el grano y los tubérculos. Los hombres hacen la mayoría del trabajo manual en materiales duros como la piedra, madera y metales. Las mujeres tuercen fibras, tejen prendas y fabrican objetos de barro y cestas. En economías más avanzadas, los hombres normalmente aran las tierras y cuidan de los animales grandes. En casi todas las sociedades, las mujeres cocinan la mayor parte de los alimentos vegetales, acarrean el agua, hacen la limpieza y otras labores del hogar, además de cuidar de los niños pequeños. En general, en las sociedades preindustriales, los hombres llevan a cabo las actividades que requieren mayor esfuerzo muscular y libertad de movimientos.

Parece ser que la división entre tareas de hombres y de mujeres en las economías de cazadores-recolectores y agrícolas simples supone un aumento en la eficiencia de la producción de alimentos. Debido a su mayor musculatura, los hombres pueden tensar arcos más fuertes, arrojar las lanzas más lejos y empuñar palos más grandes (véase Cap. 14. La guerra y el complejo de supremacía masculina). El entrenar a los hombres en vez de a las mujeres en el uso de estas armas tiene otra ventaja. Ya que las armas de guerra son esencialmente las mismas armas que las que se usan para cazar, invertir en el entrenamiento de hombres para la caza les entrena simultáneamente para ser guerreros. A las mujeres rara vez se las entrena para esta última tarea. Por tanto, es coherente con esta pauta que los hombres también se especialicen en el trabajo manual que implique piedra, metal o madera, ya que son estos los materiales que se emplean para fabricar tanto las armas de caza como de guerra. En las sociedades industriales, muy poco de lo dicho sobre la división del trabajo tiene algún significado; el uso de las máquinas elimina en gran parte la ventaja muscular que los hombres tienen sobre las mujeres (véase Cap. 14. Roles sexuales en la sociedad industrial).

Una de las tendencias más destacadas en la evolución cultural es la creciente especialización que acompaña al aumento de la producción y del crecimiento de la población. En las sociedades pequeñas y en las del tipo cazadores-recolectores, prácticamente todo adulto varón realiza el mismo tipo de trabajo y toda hembra adulta hace el mismo tipo de trabajo. A medida que aumenta la producción per cápita, cada vez hay más adultos que se hacen especialistas en trabajos manuales, primero a tiempo parcial y después a jornada completa. Coincidiendo con el desarrollo del Estado, mayor número de individuos dejan de trabajar directamente en la producción de alimentos para dedicarse a jornada completa en trabajos manuales tales como alfarería, barro, tejido, metalurgia, construcción de canoas y el comercio. Otros se hacen escribanos, sacerdotes, gobernantes, guerreros y siervos. En las sociedades industriales, la tendencia a incrementar la especialización es aún mayor. La oficina de estadística laboral de los Estados Unidos controla unos 80.000 tipos distintos de empleos. Está claro que el proceso de especialización depende de las altas cifras de producción y reproducción. Naturalmente, la especialización en sí misma aumenta la eficiencia de la producción, pero esto no podría ser así a menos que el modo básico de producción de energía sea capaz de ser intensificado. Solamente las formas avanzadas de agricultura pueden sostener una economía basada en especialistas a jornada completa.