Una tenue línea separa las formas igualitarias de redistribución de las estratificadas. En la forma igualitaria, la aportación a los fondos centrales es voluntaria y los trabajadores recuperan todo o la mayor parte de lo que han aportado o artículos de valor comparable. En la forma estratificada, los trabajadores deben contribuir a los fondos centrales o sufrir castigos, y puede que no se les dé nada a cambio. En la forma igualitaria, el redistribuidor carece de poder para obligar a sus seguidores a intensificar la producción, y debe depender de su buena voluntad; en la estratificada el redistribuidor tiene este poder y son los trabajadores los que dependen de su buena voluntad. Los procesos responsables de la transformación de la primera forma en la segunda se analizan en el Capítulo 10. Aquí sólo indicaremos que las formas plenamente desarrolladas de redistribución estratificada implican la existencia de una clase de gobernantes con poder para obligar a otros a cumplir sus órdenes. La expresión de este poder en el ámbito de la producción y el intercambio da lugar a la subordinación económica de los trabajadores y su pérdida, parcial o total, del control sobre el acceso a los recursos naturales y a la tecnología, y sobre el lugar, tiempo y duración del trabajo.