Para comprender la forma en que funcionan los ecosistemas humanos, hay que distinguir entre expansión e intensificación. Si la tecnología se mantiene constante, la producción puede aumentarse poniendo más gente a trabajar o haciéndoles trabajar durante más tiempo o más deprisa. Si este incremento en el input se realiza sin aumentar el área en que tiene lugar la producción de alimentos, se produce la intensificación. Sin embargo, si hay un incremento proporcional en dicha área, de tal forma que el input por hectárea o kilómetro cuadrado no se altera, entonces el sistema se expansiona o crece, pero no se intensifica.
Como todos los modos de producción de alimentos (en realidad, todos los modos de cualquier tipo de actividad) dependen de recursos finitos, la expansión no puede continuar indefinidamente. Más pronto o más tarde, cualquier incremento de la producción tendrá que depender de la intensificación. Y la intensificación debe llevar, con más o menos rapidez, al punto de los rendimientos decrecientes, debido al agotamiento de recursos no renovables y a un descenso en la eficacia. Si persiste la intensificación, antes o después la producción se vendrá abajo y se reducirá a cero.
No obstante, la condición fundamental en esta situación es que la tecnología se mantenga constante. En los ecosistemas humanos, el cambio tecnológico constituye una respuesta frecuente a los rendimientos decrecientes. Así, como sugiere la obra de Ester Boserup (1965), cuando los cazadores y recolectores agotan su entorno y rebasan el punto de los rendimientos decrecientes, es probable que empiecen a adoptar un modo de producción agrícola; cuando esto les sucede a los pueblos que practican la tala y quema, pueden pasar al cultivo de campos permanentes empleando fertilizantes animales, y cuando los grupos que practican una agricultura dependiente de las lluvias en campos permanentes agotan sus suelos, pueden cambiar a una agricultura de regadío. También cabe considerar la transformación de las formas de agricultura preindustrial en las de tipo industrial basadas en la petroquímica como una respuesta al agotamiento y al rendimiento decreciente por unidad de esfuerzo (Harris, 1977).