Sistemas industriales de obtención de energía alimentaria

Es difícil estimar la razón output-input de la agricultura industrial debido a que la cantidad de trabajo indirecto invertido en la producción de alimentos sobrepasa a la de trabajo directo. Por ejemplo, un agricultor de maíz de Iowa emplea nueve horas de trabajo por acre, que rinden 81 bushels[11] de maíz con una energía equivalente a 8.164.800 calorías (Pimentel y otros, 1973). Esto da una razón nominal de 5000 calorías de output por cada caloría de input; pero esta cifra es sumamente engañosa. En primer lugar, las 3/4 partes de todas las tierras cultivadas en Estados Unidos están dedicadas a la producción de forraje para animales, lo que supone una reducción del 90 al 95 por ciento en las calorías aptas para el consumo humano. Con las calorías consumidas por la cabaña de los Estados Unidos se podría nutrir a 1300 millones de personas (Cloud, 1973). En segundo lugar, en los tractores, camiones, cosechadoras, petróleo, pesticidas, herbicidas y fertilizantes empleados por el agricultor de Iowa se halla incorporada una enorme cantidad de trabajo humano.

Aspecto mal comprendido de los sistemas industriales de energía alimentaria es la diferencia entre rendimientos más altos por acre y la razón entre input y output energéticos. Como con secuencia de modos de producción cada vez más intensivos que implican una mejora genética de los cultivos y dosis más altas de fertilizantes químicos y pesticidas, se han incrementado los rendimientos por acre (Jensen, 1978). Pero esta mejora sólo ha sido posible gracias a un incremento constante en la cantidad de combustible invertida por cada caloría de energía alimentaria producida. En los Estados Unidos se invierten 15 toneladas de maquinaria, 22 galones de gasolina, 203 libras de fertilizantes y 2 libras de insecticidas y pesticidas químicos por acre y año. Esto representa un costo de 2.890.000 calorías de energía no alimentaria por acre y año (Pimentel y otros, 1975). Este costo se ha incrementado continuamente desde el inicio del siglo. Antes de 1910 se obtenían de la agricultura más calorías de las que se invertían en ella. En 1970, se necesitaban 8 calorías en forma de combustibles fósiles para producir una caloría de alimentos (Cuadro 4.2). Si el pueblo de la India tuviera que emular el sistema estadounidense de producción de alimentos, todo su presupuesto energético tendría que emplearse, única y exclusivamente, en la agricultura (Steinhart y Steinhart, 1974). En palabras de Howard Odum (1970:15):

Toda una generación de ciudadanos pensaba que la capacidad de sustentación de la Tierra era proporcional a la cantidad de tierra cultivada y que se había conseguido una mayor eficacia en el uso de la energía solar. Esto ha resultado ser una trampa, pues el hombre industrial ya no come patatas hechas de energía solar; ahora come patatas hechas de petróleo.