El lenguaje y los cambios del lenguaje muestran las formas tan interesantes que pueden surgir en la cultura humana sin el deseo consciente de sus protagonistas. Como señaló Alfred Kroeber:
Los continuos procesos de cambio en una lengua son principalmente inconscientes o encubiertos, o al menos implícitos. Los resultados del cambio pueden llegar a ser reconocidos por los que hablan en lenguas en proceso de cambio; el hecho gradual del cambio, y especialmente las causas, casi siempre ocurren sin que el que habla esa lengua se dé cuenta de ellos… Cuando un cambio ha empezado a introducirse, puede ser aceptado tácitamente o puede ser observado o rechazado conscientemente debido a que se le considera incorrecto o extraño. Pero los motivos subyacentes de los que se oponen y los impulsos de los innovadores es muy posible que sean igualmente desconocidos para ellos mismos (1948:245).
Este aspecto sobre el cambio en el lenguaje puede generalizarse a otros cambios en todos los otros sectores de los sistemas socioculturales. Hace ya mucho tiempo que Adam Fergusson, un gran filósofo escocés del siglo XVIII, afirmó que las formas de sociedad, «incluso en aquellas que se han denominado épocas ilustradas, están hechas con igual ceguera hacia el futuro».
Los sistemas culturales son «efectivamente el resultado de la acción humana, pero no la ejecución de ningún plan humano».
Es cierto que somos los únicos animales capaces de hablar sobre nosotros mismos y de analizar nuestros problemas conscientemente. Solamente nosotros tenemos una autoalerta consciente, lo que mucha gente considera como el atributo más importante de la naturaleza humana. Sin embargo, algo es generalmente sobreestimado cuando se festeja la conciencia como la gloria de nuestra especie. Lo que a menudo se olvida es que nuestras mentes están sometidas a limitaciones que no afectan a la actividad mental de otros organismos. Desde el momento que vivimos de la cultura, nuestras mentes están modeladas y canalizadas por la cultura. Por ello el don de la universalidad semántica tiene muchas cuerdas colgando de él. La lengua no nos proporciona necesariamente libertad de pensamiento; por el contrario, a menudo nos atrapa en errores y mitos. Debido a que vivimos de la cultura y a que nuestras mentes están moldeadas por la cultura, tenemos más cosas de las que ser conscientes que otras criaturas. Solamente nosotros debemos esforzarnos para entender cómo la cultura controla lo que ocurre dentro de nuestras mentes. Sin este nivel adicional de alerta, la mente humana no puede considerarse completamente consciente.