Selección natural y conducta

La selección natural no sólo moldea la anatomía y fisiología de los organismos; también puede influir en las características de su conducta. Así, por ejemplo, hay genes específicos que determinan qué especie de mosca de la fruta volará hacia arriba o hacia abajo al ser atacada por un depredador, la puesta de los huevos de una avispa en un determinado tipo de oruga, los rituales de apareamiento de los peces, la construcción de las telarañas, la conducta especializada de ciertas castas de insectos y otros innumerables impulsos y características instintivas de las especies animales.

Es importante comprender cómo se establece una determinada conducta. Los «errores» de conducta que cometen los organismos no son sino expresión de «errores» en sus genes. En las Islas Galápagos, por ejemplo, hay varias especies de iguanas que nadan y se sumergen entre las olas en busca de alimento. Estos lagartos descienden de especies genéticamente «programadas» para cazar en tierra. Pero aparecieron «errores» en el programa que permitieron a algunos individuos aventurarse a vivir más cerca del mar. Probablemente los genes desviados fueron seleccionados porque aumentaban los recursos alimenticios de las iguanas que se aventuraban en el mar. Al ser seleccionadas en el transcurso de muchas generaciones, estas iguanas fueron programadas para nadar y sumergirse más que para cazar en tierra. La secuencia puede describirse esquemáticamente como: