Apartándose de las nociones de causalidad y evolución del siglo XIX, muchos antropólogos, influenciados por los escritos de Sigmund Freud, intentaron interpretar las culturas en términos psicológicos. Los escritos de Freud y el antievolucionismo de Boas prepararon todo para el desarrollo del enfoque conocido como cultura y personalidad. Dos de las más famosas discípulas de Boas, Ruth Benedict y Margaret Mead, fueron pioneras en el desarrollo de las teorías de cultura y personalidad. Estas teorías, en general, pueden ser descritas como formas psicológicas del funcionalismo que relacionan las creencias y prácticas culturales con la personalidad individual y la personalidad individual con las creencias y prácticas culturales. Como hemos visto en el Capítulo 14, muchos partidarios del enfoque de cultura y personalidad hacen hincapié en la importancia de las experiencias de la primera infancia, como el aprendizaje de la higiene, la lactancia materna y la educación sexual, en la formación de un tipo básico o moral de personalidad adulta o carácter nacional. Algunas teorías de cultura y personalidad intentan explicar las diferencias y similitudes culturales como consecuencia de la personalidad básica o moral. En general, sin embargo, los partidarios de cultura y personalidad no tratan el problema de por qué las creencias y prácticas que moldean tipos particulares de personalidad o caracteres nacionales tienen lugar en algunas culturas pero no en otras.