Darwinismo social

Además de la mayor complejidad y detalle de los esquemas evolucionistas del siglo XIX, hubo una diferencia fundamental entre estos y los esquemas del siglo XVIII de progreso universal. Casi todos los esquemas del siglo XIX (con la visible excepción del marxismo) postularon que las culturas evolucionaron en conjunción con la evolución de los tipos y razas biológicos humanos. No sólo se contemplaban las culturas de la Era Moderna de Europa y América como el pináculo del progreso cultural, sino la raza blanca (especialmente su mitad masculina) como el pináculo del progreso biológico.

Esta fusión del evolucionismo biológico con el evolucionismo cultural se atribuye, aunque incorrectamente, a la influencia de Charles Darwin. De hecho, sin embargo, el desarrollo de las interpretaciones biológicas de la evolución de la cultura precedió a la aparición de El origen de las especies de Darwin, y el mismo Darwin estuvo muy influenciado por filósofos sociales como Thomas Malthus y Herbert Spencer. La noción de Malthus de que el crecimiento de la población conducía a una «lucha por la existencia» inevitable, había sido elaborada por Spencer hasta formar la idea de la «supervivencia del más apto» antes de que Darwin publicase sus teorías de la evolución biológica.

El éxito de la teoría de Darwin de la supervivencia del más apto (él la llamó «selección natural») realzó mucho la popularidad del punto de vista de que la evolución cultural dependía de la evolución biológica. Después de la publicación de El origen de las especies de Darwin apareció un movimiento conocido como darwinismo social, basado en la creencia de que el progreso cultural y biológico dependía del libre juego de las fuerzas competitivas en la lucha del individuo contra el individuo, de la nación contra la nación y de la raza contra la raza. El darwinista social más influyente fue Herbert Spencer, que llegó incluso a abogar por el fin de todos los intentos de proporcionar ayuda y alivio a las clases desempleadas y empobrecidas, y a las llamadas razas atrasadas, sobre la base de que esta ayuda interfería con el funcionamiento de la llamada ley de supervivencia del más apto y de que simplemente prolongaba la agonía y agudizaba la miseria de aquellos que eran «no aptos». Spencer utilizó el darwinismo social para justificar el sistema de libre empresa capitalista, y su influencia continúa sintiéndose entre los partidarios del capitalismo sin límites, así como entre los partidarios de la supremacía blanca.