El evolucionismo del siglo XIX

La idea de progreso cultural fue la precursora del concepto de evolución cultural que dominó las teorías de la cultura durante el siglo XIX. Las culturas se consideraban generalmente en movimiento a través de diversas etapas de desarrollo, finalizando con algo que se parecía a los estilos de vida euroamericanos. Auguste Comte postuló una progresión de los modos de pensamiento desde el teológico al metafísico y al positivo (científico). Hegel trazó un movimiento desde la época en que sólo había un hombre libre (el tirano asiático), pasando por una época en que había algunos libres (ciudades-estado griegas) hasta una época en que todos serían libres (monarquías constitucionales europeas). Otros escribieron explicando una evolución desde el estatus (esclavo, noble o plebeyo) hasta el contrato (empleado y patrono, comprador y vendedor); desde pequeñas comunidades de gentes que se conocían entre sí hasta sociedades grandes e impersonales; desde sociedades esclavistas a militaristas e industriales; desde el animismo al politeísmo y al monoteísmo; desde la magia a la ciencia; desde las sociedades hortícolas, dominadas por el sexo femenino, hasta las sociedades agrícolas dominadas por el sexo masculino, y desde otras etapas hipotéticas anteriores y más simples a otras más tardías y más complejas. Uno de los esquemas que tuvo más influencia fue el propuesto por el antropólogo norteamericano Lewis Henry Morgan en su libro Ancient Society. Morgan dividió la evolución de la cultura en tres etapas principales: salvajismo, barbarie y civilización. Estas etapas habían figurado en los esquemas evolucionistas ya en el siglo XVI, pero Morgan las subdividió y les confirió un mayor detalle, haciendo mayor referencia a la evidencia etnográfica que cualquier otro. (El mismo Morgan llevó a cabo durante toda su vida un estudio sobre los iroqueses que vivían cerca de su ciudad natal de Rochester, Nueva York). Morgan sostuvo que la subsistencia del «salvajismo inferior» se había basado exclusivamente en recoger alimentos silvestres, que en él las personas se emparejaban promiscuamente y que la unidad básica de la sociedad era la pequeña «horda» nómada, que tenía propiedad común sobre sus recursos. Durante «el salvajismo superior», se inventaron el arco y las flechas, estaba prohibido el matrimonio entre hermanos y la filiación era reconocida principalmente a través de las mujeres. Con la invención de la cerámica y el comienzo de la agricultura llegó la transición a la barbarie. Las prohibiciones del incesto se ampliaron para incluir a todos los descendientes por línea femenina, y el clan y la aldea se convirtieron en las unidades básicas.

El desarrollo de la metalurgia marcó la fase superior de la barbarie: la filiación cambió de la línea femenina a la masculina, los hombres se casaban con varias mujeres a la vez (poliginia) y apareció la propiedad privada. La invención de la escritura, el desarrollo del gobierno civil y la aparición de la familia monógama marcaron el comienzo de la «civilización».