Setenta

Jaleb: ¿Con quién hablo?

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Delegado: Soy el representante del Gobierno de España en Andalucía.

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Jaleb: ¿Cómo es su nombre?

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Delegado: Solano, José Antonio Solano. Me gustaría conocer también su nombre, para saber con quién estoy hablando.

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[Se oye ruido de interferencia en el móvil de Jaleb.] Jaleb: Mi nombre no importante. Soy humilde servidor de islam, pero puede llamarme Jaleb. Allahu Akbar.

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Delegado: Estoy dispuesto a escucharle, Jaleb.

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Jaleb: Quiero hablar con alguien de auténtico poder, no simple funcionario. No sé si usted es persona válida.

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Delegado: Cualquier cosa que usted me diga será automáticamente transmitida al Gobierno de España, que es el que, en definitiva, deberá tomar la decisión final. Soy la máxima autoridad en Andalucía y estoy oficialmente autorizado por el presidente de mi Gobierno para hablar con usted en su nombre.

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[Se escuchan palabras incomprensibles en árabe. Probablemente, Jaleb hablando con otro de los terroristas.]

Jaleb: Solo tengo que decir que tiempo se acaba y no se han cumplido condiciones. ¿Desean ustedes destrucción de Alhambra? ¿Quieren eso? ¿Qué dice Gobierno español?

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Delegado: El Gobierno español quiere que haya solución por medio de la negociación pacífica. Sin derramamiento de sangre, y por supuesto sin que la Alhambra, ese gran monumento de la cultura musulmana del que los españoles estamos tan orgullosos, quede destruido.

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Jaleb: Entonces, ¿por qué no cumplen peticiones?

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Delegado: Existe un obstáculo fundamental. Lo que ustedes exigen no está en manos de mi gobierno. Puedo explicárselo si repasamos las demandas.

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[Jaleb se mantiene silencioso.]

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Delegado: El primer punto. La liberación de los presos políticos palestinos en Israel, lamento decirle que es un asunto interno del gobierno israelí, que se niega a discutir siquiera el tema. España en eso no puede hacer nada.

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Jaleb: Ustedes no hacer nada pero colaboran con sionismo cuando bombardean pueblo palestino en Gaza y otros sitios. ¿Acaso no pueden pedir a Israel que suelten prisioneros? ¿Son ustedes acaso siervos del sionismo?

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Delegado: Lo siento, Jaleb. No estoy autorizado para discutir de política. Solo soy un negociador dispuesto a informarle de la situación y llegar a un acuerdo sin derramamiento de sangre ni violencia. Pero a pesar de nuestra buena voluntad, lamento decirle que no podemos obligar a Israel a ceder si no quiere. Le insisto que se trata de un asunto interno de otro país, en el que nuestro Gobierno no puede intervenir.

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Jaleb: Supongo tampoco harán públicos nombres de todos los prisioneros en Guantánamo.

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[De nuevo se oyen fragmentos de conversación en voz muy baja. Como una especie de cuchicheo en lengua, probablemente albanesa, que no ha podido ser traducida.]

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Delegado: Nada tenemos que ver con Guantánamo. Como usted sabe muy bien, se trata de una base norteamericana en territorio de Cuba. Nada podemos hacer. No depende de nosotros. Lo mismo ocurre con los barcos prisión o las cárceles secretas… No participamos en eso, y la posición de mi Gobierno es muy clara. Nos oponemos rotundamente a cualquier forma de tortura o incumplimiento de los derechos humanos.

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Jaleb: Entonces, ¿cómo negociar, si no tienen nada para dar?

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Delegado: No. Podemos negociar, pero cosas razonables, que dependan de España misma. No deberían exigirnos lo que saben que no podemos darles, aunque le reitero la disposición de mi Gobierno para resolver la situación por vía pacífica.

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[Jaleb no responde y se produce un largo silencio.]

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Delegado: El punto que hace referencia a la entrega de una cantidad de dinero para ayudar a víctimas de la guerra es totalmente factible. Estoy facultado para decirle que podemos incluso aumentar la cantidad pedida de 30 millones de euros, porque eso sí depende de nosotros.

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Jaleb: Dinero… Ustedes, el maldito Occidente, piensan que dinero arregla todo. Nosotros confiamos en voluntad de Alá.

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Delegado: ¿Quiere eso decir que podríamos llegar a un acuerdo en este punto?

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Jaleb: No quiere decir nada, señor. Dinero es última de nuestras condiciones. Ustedes no quieren negociar verdaderamente.

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Delegado: Dejen al menos salir a los rehenes que tienen dentro de la Alcazaba. Los guardias de seguridad son simples empleados, tienen familias que están sufriendo. No son culpables de nada. Suéltelos.

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Jaleb: Aquí nadie tiene culpa de nada. Solo islam parece ser culpable de todo.

[Un largo silencio. Rumor de conversación intraducibie de Jaleb.]

Jaleb: ¿Por qué nosotros dejar en libertad esos guardias? ¿Qué ganamos?

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Delegado: Podríamos darles dinero o cualquier otro tipo de ayuda. Ayuda para el pueblo palestino, por ejemplo. Estoy seguro de que sería bien recibida entre sus hermanos de Gaza.

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Jaleb: Otra vez dinero. Siempre dinero. Pero solo Alá es verdadera riqueza… Lo dice el Libro del Profeta, la paz sea con él… Deseáis los bienes de este mundo, pero Alá quiere daros los bienes del otro mundo… No queremos vuestro dinero por soltar rehenes… Los prisioneros serán liberados cuando Dios quiera.

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Delegado: ¿Cómo creen que podrán salir de ahí? Están totalmente rodeados. Es imposible que podamos ayudarles si no quieren llegar a un acuerdo.

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Jaleb: Mi destino y el de mis hermanos está en manos de Alá, el muy Misericordioso y Compasivo.

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Delegado: Mi Gobierno no quiere hacerles daño. Entréguense y serán tratados con justicia.

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Jaleb: ¿Justicia de Guantánamo o Abu Ghraib? ¿Es esa justicia?

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Delegado: Estamos en España. Aquí no hacemos eso.

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[Se escucha una especie de suspiro o espiración fuerte.]

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Jaleb: Alá dará a cada alma lo que merezca. Recibirá según haya obrado.

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Delegado: ¿Quiere eso decir…?

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Jaleb: Saldremos de aquí cuando acepten condiciones o cuando voluntad de Alá, el muy Misericordioso y Compasivo, se manifieste.

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Delegado: ¿Entonces…?

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[Silencio.]

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Delegado: Ese cabrón ha colgado. ¡Me cagüen la leche puta!