Ábrenos la puerta, y veremos los huertos,

Beberemos su fría agua donde la luna ha dejado su huella.

El largo camino arde, hostil a los extraños.

Vagamos sin saber y sin hallar un lugar…

Ante nosotros está la puerta, ¿de qué nos sirve ansiar?

Mejor dar media vuelta, abandonar la esperanza.

Nunca entraremos. Nos sentimos cansados de verlo.

La puerta, al abrirse, deja escapar tanto silencio

Que ni los huertos aparecen ni ninguna flor;

Tan sólo el inmenso espacio donde están el vacío y la luz

Se hizo de pronto presente en todos lados, abrumó el corazón,

E inundó nuestros ojos casi cegados por el polvo.

SIMONE WEIL

—El Umbral