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El segundo día del Gran Combate inició la primera de las batallas a muerte: la Baja Mêlée, conocida también como la Confrontación de Humanos. En los tiempos anteriores a la apertura de la puerta del tiempo, esas luchas preliminares habían servido para probar los talentos de los guerreros novicios Tanu de habilidad excepcional; pero ahora tan sólo los torques grises tomaban parte en ella. Centenares de gladiadores masculinos y un pequeño número de mujeres grises contendían en turnos de eliminación que empleaban cualquier tipo concebible de arte marcial. Una sección del campo de batalla ritual era dividida en pequeñas pistas más pequeñas de modo que los espectadores pudieran saborear los sangrientos deportes desde más cerca. Los corredores de apuestas pasaron sus mejores momentos; pero un gruñido de decepción brotó de los aficionados Humanos y Tanu (especialmente los refugiados de Finiah) cuando se anunció que dos de los principales contendientes grises habían sido borrados. Ni Stein ni la infame Felice aparecían en las listas, y no se dio ninguna explicación de su ausencia.

Las luchas prosiguieron desde el amanecer hasta el mediodía, acompañadas de muchas festividades y culminando con una sangrienta batalla simbólica libre para todo el mundo. Los grises victoriosos que no habían sufrido ninguna herida se retiraron con el fin de prepararse para la Alta Mêlée del día siguiente, donde se unirían a los platas y oros y guerreros grises veteranos en la guerra ritual que enfrentaba a Tanu contra Firvulag. Los gladiadores heridos que habían quedado en buen lugar en los torneos fueron escoltados por redactores a los pabellones médicos, donde se unieron a las doncellas guerreras en las salas de la Piel. El puñado de perdedores gravemente heridos que aún vivían y los cobardes fueron recluidos en una hermosa estructura de cristal parecida a un palco cubierta por un dosel de tela negro y plata que se erigía en el extremo sur del campo de batalla sobre un recio andamiaje. Sus paredes eran transparentes e irrompibles.

En teoría, el resto del Segundo Día estaba dedicado a elegir los líderes del Combate a través de la manifestación de poderes… tras lo cual los Enemigos se separarían para una última Fiesta de la Guerra e invocación a la Diosa antes del inicio de las hostilidades a la salida del sol. En la práctica, todos los grandes capitanes habían sido seleccionados centenares (o incluso miles) de años antes, y ahora simplemente daban un paso adelante por si algún advenedizo se atrevía a usurpar su privilegio. Si se producía algún desafío, ambas partes debían manifestar sus poderes metapsíquicos sobre el terreno y ser juzgados por la compañía de batalla de su raza. Los campeones reinantes tenían también la opción de enfrentarse a duelo con sus contrincantes tanto con armas como con metafunciones en cualquier momento durante la Alta Mêlée.

Como perdedores generales en el Combate del año anterior, los Firvulag presentaron primero a sus capitanes. La plataforma real había sido instalada junto a la gran tribuna de Desafíos, con los dos Reyes y la nobleza no combatiente aposentados bien fuera del alcance de cualquier fuerza extraviada. Se suponía que los rivales tenían que confinar sus golpes psicoenergéticos del uno al otro, pero se sabía que ocurrían accidentes; y así, un pelotón de conjuradores de escudo de la Liga de PC ocupaban posiciones en torno al perímetro de las gradas para proteger a la multitud con una pared invisible. El Árbitro Tanu de los Juegos presentó entonces a los Grandes Firvulag, que simplemente dieron un paso adelante y luego se retiraron entre aplausos de la concurrencia trirracial cuando no se presentó ningún desafío contra ellos.

La presentación de los líderes Firvulag fue rápida, casi rutinaria. Medor, Ayfa, Galbor Gorro Rojo, Skathe, Nukalavee el Sin Piel, Tetrol el Aplastahuesos, Bles Cuatro Colmillos, Betularn el de la Mano Blanca, y finalmente Sharn-Mes aceptaron los aplausos y se retiraron sin ser desafiados por nadie. Finalmente, en un importante pero completamente esperado quebrantamiento de la tradición de los últimos e infelices años, el Rey Yeochee nombró al Maestro de Batalla Firvulag. No Sharn el Joven, que había ocupado ese poco agradecido puesto durante los últimos veinte Combates… sino Pallol Un-Ojo en persona.

El viejo e irascible Primer Llegado, gigantesco en su armadura completa de obsidiana y su monstruoso casco crestado, ascendió a la tribuna de Desafíos entre tumultuosas aclamaciones. Había muchos —tanto Tanu y Firvulag como Humanos— que nunca habían visto manifestados sus poderes. Otros, ahora que había vuelto al Combate tras su larga ausencia, se burlaban de que seguramente sus facultades se hallaban atrofiadas por la falta de uso. Nadie se atrevió a desafiarle; pero como neófito técnico estaba obligado a demostrar sus metafacultades primarias ante la concurrencia.

Pallol se inmovilizó con las piernas muy abiertas y los brazos enfundados en la armadura llena de púas tendidos al frente. Se inclinó hacia atrás, de modo que parecía estar mirando directamente al alto sol. Su visor permanecía bajado, pero los espectadores sabían que pese a su sobrenombre no ocultaba un solo ojo… sino dos. El derecho era un ojo normal, con un iris de un color rojo profundo. El izquierdo era de un color insondable, y normalmente permanecía cubierto por un parche, pero ahora estaba sin la menor duda descubierto, y era temible.

Una serie de nubes atraídas por el sorprendente poder creativo del viejo ogro se materializaron en el cielo. Eran densas y oscuras y colgaban bajas, con rojizos e innaturales relámpagos restallando en sus profundidades. El monstruo con la armadura negra no se movió. Por volición propia, el visor de su casco se abrió lentamente.

Descargas gemelas de color púrpura restallaron de las nubes y fueron a morir en los guanteletes de Pallol, despertando el eco de un trueno ensordecedor. Del ahora abierto casco brotó un haz coherente de luz escarlata que golpeó el cielo, horadando un túnel en las nubes del mismo modo que una bola de cañón horadaría un montículo de nieve. El sol iluminó el Ojo de Pallol. Su visor se cerró. El cielo brilló nuevamente de color azul.

—¡Slistal, Pallol! —gritó la caballería de los Firvulag—. ¡Slistal, Maestro de Batalla Pallol! ¡Slistal!

El Rey Yeochee se alzó de su trono y rugió estentóreamente:

—¡Confirmamos a Pallol Un-Ojo como Maestro de Batalla, para defender nuestro honor racial en este Gran Combate!

Así terminó la manifestación de poderes Firvulag, y los Tanu se prepararon a ocupar su turno en la tribuna de Desafíos. En años anteriores, en este punto del ritual, muchos miembros de la Pequeña Gente de entre los espectadores habían abandonado descortésmente sus asientos, presas de una feroz hambre o de un excesivo sudor en sus armaduras o gruesas ropas bajo el sol mediterráneo. Pero en esta ocasión los Firvulag siguieron en sus sitios. Los rumores habían prometido importantes cambios en las jerarquías Tanu, y ninguno de los miembros de la Pequeña Gente deseaban perderse la diversión.

Las cosas fueron discurriendo sin embargo con toda normalidad mientras los rangos inferiores de los Grandes Tanu ascendían a la tribuna para recibir las aclamaciones. Bleyn el híbrido psicocinético no recibió ningún desafío, y tras él vino Alberonn el Devorador de Mentes, otro mestizo que se había ganado su lugar en la Alta Mesa gracias a su maestría creadora en la batalla. Y luego avanzó Lady Bunone la Maestra de Guerra con su armadura verde y plata y su casco en forma de pico de halcón, y Tagan el señor de las Espadas… ambos los más directos responsables del entrenamiento de los guerreros grises y por ello los más estruendosamente vitoreados por los Humanos e híbridos del público.

Tras los especialistas en lucha vinieron los Presidentes de las Ligas. Ésos, según una antigua costumbre, podían delegar a un representante en el Combate si no se sentían inclinados a acudir en persona al campo de batalla. Cualquier desafío, sin embargo, tenía que ser respondido por el principal en una manifestación de poderes.

El Árbitro de los Deportes anunció:

—¡El Presidente de la Liga de Redactores, Dionket el Lord Sanador!

Desarmado y con las manos vacías, su delgada figura envuelta en una simple túnica escarlata y blanca, ascendió a la tribuna.

—¿Hay algún desafío?

No hubo ninguno. Dionket hizo un gesto, y un alto guerrero llevando una armadura carmesí acudió a su lado.

—Delego en Lord Culluket el Interrogador del Rey, como Segundo Redactor, para que defienda el honor de nuestra Liga en el Gran Combate. —Los dos se retiraron entre las aclamaciones de los Tanu y los Humanos. Los Firvulag zumbaron burlonamente.

—¡El Presidente de la Liga de Psicocinéticos, Nodonn el Lord de Goriah!

La figura rosa y oro avanzó, no para proclamarse líder como Lord Psicocinético, sino para aguardar algún desafío. No hubo ninguno, por supuesto, de modo que delegó en su hermano Kuhal el Sacudidor de Tierras como Segundo, puesto que él iba a ocupar el puesto de Maestro de Batalla. Mientras ambos se retiraban, los vítores Tanu se hicieron más fuertes, los Humanos descendieron visiblemente, y el zumbido de los Firvulag se hizo más malicioso.

—¡El Presidente de la Liga de Coercedores, Sebi-Gomnol el Lord Coercedor!

Los sonidos de la multitud se interrumpieron bruscamente.

El Rey Thagdal se levantó de su trono, con su armadura diamantina resplandeciendo.

—Puesto que nuestro querido hijo Sebi-Gomnol ha sido llamado a la paz de Tana, declaramos la Presidencia de la Liga de Coercedores vacante, y pedimos a los aspirantes que se adelanten para esta manifestación de poderes.

Imidol, el titán vestido de zafiro, ascendió a la tribuna entre los aullidos de aclamación de los Tanu. Luego apareció otra alta figura, con su armadura azul y su cabeza recubierta por el casco envueltas por una capa con capucha de brocado color bronce mate. El Árbitro de los Deportes carraspeó.

—¡Asombroso Rey y Padre! ¡Noble compañía de batalla de los Tanu! Ante vosotros se presenta el aspirante Lord Imidol… —Gritos y vítores— …y Leyr el Desterrado, predecesor de Sebi-Gomnol en la Presidencia de la Liga de Coercedores.

Los jadeos y los abucheos brotaron a la vez de Tanu y Firvulag cuando la capa broncínea cayó al suelo. El depuesto Lord Coercedor lucía decoroso al lado de su espléndido y joven rival.

Durante un largo momento Thagdal guardó silencio. Sabía lo que se comentaba por ahí, por supuesto. Y miles de años antes, en el lejano Duat, otro destronado y exiliado Grande se había atrevido a intentar el regreso, de modo que había un precedente. Se dirigió a los dos:

—¿Os manifestaréis aquí y ahora, o preferís luchar?

E Imidol respondió, como era su derecho como miembro de la Alta Mesa:

—Lucharemos a muerte en la Alta Mêlée en el momento en que la Diosa elija.

Los espectadores Tanu aplaudieron rígidamente, mientras la Pequeña Gente abucheaba y pateaba ante el evidente embarazo del Enemigo. Los coercedores con sus armaduras azules se retiraron.

—¡El Presidente de la Liga de Creadores, Aluteyn el Maestro Artesano!

El viejo y fornido Tanu avanzó en su enjoyado caftán mientras el Árbitro pedía si había algún desafío. Las gaviotas revolotearon sobre las cabezas de los reunidos, lanzando sus graznidos en el absoluto silencio que se produjo. Una ligera brisa del este agitó el pelo rojizo plateado de Aluteyn y sus largos bigotes en su pétreo rostro. Miraba fijamente por encima de las cabezas de la multitud y parecía contemplar el pálido lago que lamía inofensivamente los extremos de la Llanura de Plata Blanca.

—Yo desafío —dijo Mercy.

La multitud se abrió para dejarle paso. Avanzó hasta situarse frente a Aluteyn, llevando por puro formalismo una delicada armadura ceremonial, de cristal plateado mate, completamente repujada y esmaltada con adornos verdes y esmeraldas incrustadas. La cabeza de Mercy estaba descubierta excepto una estrecha diadema de esmeraldas, y su espectacular pelo rojo flotaba libremente al aire.

—¡Asombroso Padre! ¡Lord Creador! ¡Noble compañía de batalla! —exclamó el Árbitro—. Aquí ante vosotros se presenta en desafío Lady Mercy-Rosmar de Goriah, esposa de Nodonn el Maestro de Batalla.

—¿Os manifestaréis, o lucharéis? —inquirió el Thagdal.

—Me manifestaré —declaró Aluteyn el Maestro Artesano—. Que sea traído el Kral.

El caldero ceremonial, que el personal de la Liga de Creadores había mantenido cubierto a un lado de la tribuna, fue colocado entre Mercy y Aluteyn. La multitud Firvulag estaba ahora casi fuera de control, apiñándose cerca de la plataforma en su lado del campo y lanzando rugidos de despectivas risas, gruñidos, y un profundo zumbido como de un enjambre de abejas que ahora estaba alcanzando un crescendo enloquecedor.

La cadena de silencio fue agitada una y otra vez. Finalmente, Mercy pudo hablar.

—Yo, Mercy-Rosmar, pido a Aluteyn el Maestro Artesano que devaste si puede la creación que manifestaré aquí ante vosotros.

Ella y el anciano se enfrentaron uno a cada lado de la enorme marmita, los brazos extendidos. Una emanación como un delgado arcoíris empezó a brotar de los dedos cubiertos de malla de Mercy. En respuesta, un flujo de oscuridad surgió de las manos del Maestro Artesano, envolviendo no sólo al pequeño torbellino de color sino a la propia Mercy y al caldero. Los espectadores Tanu lanzaron un grito triunfal. Los Humanos con torque y los Firvulag gruñeron y silbaron.

La marea negra se hinchó hasta formar un glóbulo ameboide. Por debajo de él, el lado de la plataforma más próximo a los Firvulag empezó a chisporrotear y a llamear como si la blanca piedra estuviera siendo atacada por algún ácido ectoplasmático. La Pequeña Gente retrocedió mientras los creadores PC hacían un gesto y erigían sus pantallas.

Aluteyn rió.

Pero algo estaba resplandeciendo en el interior de la oscura masa, como una extraña estrella verde emergiendo de una nebulosa saco de carbón. La negrura se volvió diáfana. Mercy reapareció, envuelta en vapor sobre la tribuna en disolución, y el caldero estaba allí con ella. Resplandecía más brillante que nunca. Su vórtice arcoíris giraba en las profundidades del Kral, y algo empezaba a destellar y a tintinear allí dentro. La marea negra avanzó chapoteando para amenazar de nuevo a su creadora.

Aluteyn lanzó un penetrante grito. Una cosa enorme como un martillo de noche cayó devastadoramente sobre Mercy y el Kral. Pero aquella creación del Maestro Artesano, como la otra, se desmenuzó en la impotencia. El tornado arcoíris de Mercy se alzaba ahora por encima del caldero y estaba creciendo hasta que alcanzó más de cuatro veces la altura del Lord Creador. Empezó a mostrar cada vez más espesos coágulos de luz multicolor. Aluteyn lo atrapó con una enorme red negra y tiró de él con psicoenergías, intentando forzarlo de vuelta a la marmita o arrojarlo contra la mujer. Pero lo eludió. Se expandió y solidificó muy alto por encima de las cabezas de la multitud…

Y el maná llovió a la vez sobre Tanu y Firvulag y Humanos. El aire se llenó con una suave granizada de burbujas arcoíris, incontables miles de ellas, que cuando eran recogidas y abiertas dejaban escapar dulces, frutas escarchadas, pastelillos, y toda una cornucopia de otros deliciosos manjares que eran recibidos con jubiloso entusiasmo por los hambrientos espectadores de las tres razas.

—¡Slonshal, Rosmar! ¡Slonshal, Rosmar Lady Creadora! ¡Slonshal!

La mujer permanecía de pie allí con los ojos bajos, tras restaurar completamente la tribuna, con una plateada mano descansando en el borde del vacío caldero. La multitud seguía gritando y cogiendo burbujas, porque nunca antes en el Gran Combate había producido un creador materia orgánica completamente tangible que permaneciera en vez de desvanecerse inmediatamente. (El aperitivo astral de Mercy distaba mucho de ser ilusorio: ¡los estómagos de la multitud lo atestiguaron!) Y así su talento fue vitoreado no sólo por su novedad sino también por su valor práctico.

—Delego —dijo Mercy finalmente, con una voz baja pero clara— a Lord Velteyn de Finiah, como Segundo Creador, para que defienda el honor de nuestra Liga en el Gran Combate.

La multitud Tanu organizó un tal estrépito aclamando al desolado presidente anterior —de tal modo que para muchos aquello hubiera sido un lenitivo para su dañado prestigio— que muy pocos oyeron la segunda parte de las palabras de Mercy:

—Y pido a Aluteyn, Presidente depuesto de la Liga de Creadores, que elija entre el exilio de esta noble compañía o la oferta de vida a nuestra compasiva Diosa.

—Elijo la oferta —dijo orgulloso Aluteyn. Virtualmente desapercibido, se retiró sin ninguna escolta a la Gran Retorta y se unió a los otros condenados que aguardaban en su interior.

Mayvar la Hacedora de Reyes no fue desafiada como líder de la Liga de Telépatas. Nadie se sorprendió cuando designó a Aiken Drum para conducir a los luchadores de la Liga, en vez del nominado de la Casa, la guerrera Riganone. Finalmente, Thagdal el Rey Soberano avanzó unos pasos, y proclamó a Nodonn como el Maestro de Batalla Tanu, y las manifestaciones terminaron.

Con un último estallido de aclamaciones, la multitud se dispersó a las dos ciudades de tiendas que se erguían ahora a ambos lados del Pozo del Mar. Allá iban a pasar el resto del día y la mayor parte de la noche comiendo, bebiendo y divirtiéndose, hasta que el amanecer trajera la apertura del Tercer Día del Gran Combate y el inicio de las primeras escaramuzas de la guerra ritual.

A unos ochocientos kilómetros al oeste de la Llanura de Plata Blanca, los escorpiones y las arañas y las hormigas del álcali que habían vivido en las laderas de la cuenca de Alborán estaban ahogándose a millones. Los pequeños predadores volantes como las avispas y las grandes moscas sobrevivieron más tiempo, manteniéndose por encima de la ascendente agua salada hasta que el frío de la noche cargó sus membranosas alas con condensación y los hizo caer.