10

Desnuda y sollozando, la muchacha con el torque de plata salió corriendo de la habitación del Rey.

—Oh, querida —dijo Nontusvel, lanzando una mirada significativa al Maestro del Lecho Real—. No otra vez.

—¡No fue culpa mía, lo juro, Reina y Madre! —gimió la muchacha—. ¡Lo hice todo! ¡Todo! —Cayó de rodillas. El Maestro del Lecho Real hizo un gesto, y un valet con torque gris se acercó para cubrir al fracasado y tembloroso regalo de amor con una bata de satén blanco.

—Llévatela de aquí —ordenó la Reina—. Veré yo misma a Su Majestad esta noche.

El Maestro inclinó la cabeza. Él y el sirviente se marcharon apresuradamente con la sollozante muchacha. Nontusvel apagó todas las luces excepto un candelabro de joyas rosadas. Lo tomó en alto y avanzó con él hacia la gran puerta adornada con la dorada máscara barbuda. Se abrió de par en par ante ella.

—Mi Rey, soy yo —dijo—. Alégrate.

Solamente unos pocos destellos dispersos, como ascuas rubí y oro, iluminaban el dormitorio de Thagdal el Rey Soberano. Hubo un extraño sonido, algo parecido a un sollozo ahogado, y luego el ruido de alguien sonándose.

—¿N-Nonnie?

—Sí, querido.

El Rey se sentó en el borde de la cama, sus enormes hombros hundidos, su cabeza baja.

—Fracasé de nuevo. La espada envainada, el arco destensado, el más poderoso de todos los campeones fláccido y humillado. Estoy listo, Nonnie. Acabado. Ni siquiera esa condenada Lalage y todos sus trucos han podido conjurar un vislumbre.

—Todo está en tu mente, mi amor. Has estado demasiado preocupado.

Depositó el candelabro al lado de la cabecera y se detuvo de pie ante él, magnífica y confortadora en un flotante salto de cama color melocotón ribeteado en oro. Su llameante pelo colgó suelto, sus brazos se abrieron de par en par, su mente maternal le dio la bienvenida con su invitación: Descansa en mí.

Lo hizo levantarse y lo condujo hasta el balcón. Era muy tarde. La luna era vieja, una hoz ocre cerca del horizonte, tiñendo de un malsano cobre el lago.

—No debes tomártelo tan a pecho —dijo la Reina—. ¿Qué ha cambiado? ¿Está el Enemigo allá en la sal más confiado en la victoria de lo que estaba en años pasados? Difícilmente. Somos fuertes y los aplastaremos, como siempre.

—No es eso.

—¿Aiken Drum, entonces? ¡Un moscardón con pinta de payaso! Mayvar está senil, y ya es tiempo de que la querida Riganone ocupe su lugar como Lady Telépata y Hacedora de Reyes. El chico sabe absolutamente que no tiene ninguna posibilidad contra el Maestro de Batalla. ¿Ha formulado Aiken Drum algún desafío formal para la manifestación de poderes? ¡Por supuesto que no! Y no va a desafiar según las Reglas de la Mêlée en el Combate tampoco. Nodonn seguirá siendo tu heredero… paciente y leal como siempre. Y pronto recuperarás también tu buen espíritu y tu vigor.

El Rey agitó la cabeza.

—No es Aiken Drum. Dos cosas nuevas. No… no te las he dicho.

—¿Me las dirás ahora?

—Brede ha salido de la habitación sin puertas. No puedo tener a la mujer operante, Elizabeth.

Las pantallas de la Reina se alzaron para ocultar su júbilo.

—Entonces, los planes de emparejamiento con ella…

—Brede ha situado los genes de Elizabeth bajo el más fuerte de los tabúes. La Esposa de la Nave afirma que el destino de la mujer le ha sido revelado. No concuerda con el esquema de hemos alentado Gomnol y yo. Tampoco se lo he dicho a Gomnol todavía. ¡Temía hacerlo! ¿Puedes imaginar eso? Mis genes más los de Elizabeth hubieran engendrado una nueva superraza bajo la guía de Gomnol. Y ahora ella es tabú, y yo… yo…

—La visión de Gomnol es indudablemente imperfecta —dijo la Reina con una cierta sequedad—. El solamente es un ser humano, pese a todo su poder coercitivo. Y además está envejeciendo. Unos cuantos años más, e Imidol lo desposeerá.

El pensamiento del Rey fue perceptible incluso bajo la pantalla: ¿otro paciente y leal hijo tuyo?

—Vamos, Thaggy —le reprochó ella, deslizando un brazo bajo su enorme cintura. Los músculos de su vientre se contrajeron y enderezó sus hombros. Uno o dos destellos de estática danzaron por su pelo y barba.

—No te preocupes por Elizabeth —dijo Nontusvel—. Es hermosa y puedo comprender tu decepción. Pero esa clase de mujer no es tu tipo, vena de mi corazón. ¡Una Gran Maestra metapsíquica! ¡Qué extravagancia! Supongo que Brede no ha dicho lo que hay que hacer con ella.

—No ha querido decírmelo. Dijo que resultaría obvio después del Gran Combate. ¡Maldito enigma de dos caras! ¿Qué puedes esperar de una mujer que se casa con un condenado gusano intergaláctico?

La Reina dejó escapar una risita y se apretó contra su desnudo torso.

—Y entonces el otro golpe, esta tarde —murmuró el Rey.

—¿No Rosmar?

—Por supuesto que no. ¡Ese patán creativo de Ogmol! Ven dentro y te lo mostraré.

Regresaron al dormitorio. El Rey pateó a un lado la alfombra, luego utilizó su PC para manipular la cerradura de una trampilla de seguridad en el suelo. Una pequeña placa verdosa flotó hasta las manos de la Reina. La mujer pulsó el activador LENTO de la esquina superior derecha y estudió las resplandecientes páginas a medida que se deslizaban por el plástico. De tanto en tanto detenía el fluir para estudiar un cuadro o gráfico.

—Pasa al final —dijo el Rey—. La conclusión.

Ella pulsó la esquina superior izquierda y las páginas se deslizaron rápidamente. Luego un ligero toque a Inversa y lo tuvo.

—¡Oh, querido!

—¡Exacto! ¿Qué te parece como inintencionado escenario de condenación? Ese embrutecido idiota de antropólogo no se ha dado cuenta de las implicaciones. Pero Oggy sí… y casi se mojó los pantalones suplicándome que creyera que no iba a ocurrir. Que él y los otros híbridos y los Humanos provistos de torque seguirían siendo leales.

—Todo lo que necesitas es extrapolar las tendencias un poco más allá de lo que ya lo ha hecho Bryan —susurró la Reina.

—Y añadir el factor de enfoque que él aún no conoce… el hierro. Apostaría mi testículo derecho a que los híbridos son inmunes a él del mismo modo que los Humanos. ¿No te sugiere nada esto?

—¡Por el amor de Tana, eso no! ¿No puede hacerse nada para detenerlo? ¡Nuestro hermoso mundo del Exilio! ¡Nuestro!

Se arrojó en sus brazos y se echó a llorar. El Rey la mantuvo fuertemente abrazada. Sus ojos habían empezado a brillar en la oscuridad. Los zarzillos de su resplandeciente barba se tensaron, y algo más también.

—Detendremos cualquier coalición Humanos-híbridos antes de que nazca. Esa cosa de Bryan es solamente un análisis científico, no un oráculo. ¡Pero es un peligro para de un tipo que no había anticipado! Maldita sea, Nonnie… esperaba calmar los temores de Nodonn respecto a la Humanidad. Por eso encargué la investigación… para probar que la llegada de los Humanos era beneficiosa para nosotros, no una amenaza racial como sostenía Nodonn. Quiero decir, el sentido común mostraba que habíamos conseguido maravillosos adelantos desde la apertura del portal del tiempo. Progresos técnicos y genéticos. Se suponía que el antropólogo confirmaría lo que Gomnol y yo habíamos estado diciendo todo el tiempo. Y en vez de ello…

—Mi queridísimo esposo, Nodonn solamente desea lo mejor para nuestra Tierra Multicolor. El no pretende amenazarte.

El Rey dejó escapar un gruñido.

—Esta investigación puede ser utilizada para probar que todas estas predicciones agoreras son justificadas. Es una clara contradicción a mi política pública. Puede parecerte improbable a ti ahora, pero este librito puede ser la condena a muerte de todos los Humanos e híbridos del Reino Soberano… ¡y si ellos desaparecen, lo mismo le ocurrirá a la economía de mi reino! Será la vuelta al salvajismo de las fortalezas para nosotros los Tanu, mi amor.

Nontusvel alzó sus ojos brillantes por las lágrimas.

—Tú mismo has dicho que la investigación no es un oráculo. Ninguna de esas horribles contingencias tienen por qué ocurrir, en absoluto. Tú no dejarás que ocurran.

—¡No lo haré! —juró—. ¡Nuestra Tierra Multicolor no será tomada por los Inferiores! ¡Yo veré que no ocurra! Y cumpliré mis propósitos sin ninguna de las malditas medidas draconianas que Nodonn preconiza. Tiene que haber alguna forma en que Tanu y Humanos puedan seguir prosperando juntos… y voy a descubrirla. ¡He dicho!

—¿Thaggy…? —aventuró la Reina, sin aliento.

—¡Ven aquí, mujer! —aulló él.

Cuando llegó el amanecer y los dos estaban ya adormecidos y en paz, ella murmuró:

—¿Lo ves? Todo está perfectamente bien. Todo estaba en tu mente.

—Hummm —admitió el Rey. Alzó una de las manos de la mujer y se dedicó a besar cada uno de los hoyuelos de sus nudillos.

—En cuanto a tus problemas con las platas… Creo que simplemente necesitas un cambio. Esas estúpidas meretrices Humanas con sus escuálidos pezones no están en consonancia con tu actual estado de ánimo de gran seriedad. Requieres un tipo completamente distinto de consuelo. Un tipo más suave, más relajante.

—¿Recuerdas a aquella regordeta de pelo oscuro que cantó la tonadilla galesa? —dijo el Rey, soñoliento—. Me gustaba. No dejé de esperar que apareciera por aquí, pero nunca vino.

—Sí —estuvo de acuerdo Nontusvel—. Me encargaré personalmente de averiguar qué ha sido de ella. Si Dionket piensa que puede guardarla para él… bueno; ¡Nodonn y Culluket simplemente le harán ver unas cuantas realidades! —Le sonrió a su medio dormido Lord.

—Muy buena chica —dijo Thagdal. Dejó caer su mano. Tenía los ojos cerrados—. Y recogeré todas las copias del informe de Bryan y haré que sean destruidas, y Gomnol puede ocuparse del propio antropólogo. Lo siento por Oggy, sin embargo… Era un buen…

—Duerme, Rey mío. —La Reina tiró de la sábana de seda para cubrirse ambos—. Duerme por ahora.

Eusebio Gómez-Nolan se reclinó en su sillón victoriano y lanzó tres lentos anillos de humo. Flotaron por encima del escritorio hacia la persona sentada al otro lado, se volvieron sólidos de pronto, y cayeron sobre la alfombra pseudooriental con tres suaves golpes.

—Espero que no te importe, Lord Coercedor —dijo Aiken Drum—. No puedo soportar el tabaco.

Gomnol hizo un gesto condescendiente. Su cigarro se extinguió espontáneamente, y lo depositó sobre el cenicero de ónice.

—Muchacho, los acontecimientos en esta Tierra de Locos Emboscados nuestra han tomado recientemente algunos giros fascinantes. Creo que ya es hora de que tú y yo tengamos una larga charla.

—Creí que nunca me lo pedirías.

—He revisado considerablemente mi anterior opinión de ti durante el último par de semanas. Mayvar ha sido de lo más elocuente en beneficio tuyo. Y también lo ha sido Bunone la Maestra de Guerra, a la que impresionaste considerablemente en la Búsqueda de Delbaeth. Ambas damas tienen la sensación de que vas a ser un contendiente formidable en los inminentes juegos. Son también fervientes en sus alabanzas hacia tus artes… esto… no marciales.

La sonrisa de Aiken era perversa. Se echó hacia atrás con una pierna por encima del brazo de su sillón, y estudió las uñas de una de sus manos.

—¿Hay alguna otra cosa nueva?

—Puedo mencionar —dijo Gomnol suavemente— un rumoreado problema de nuestro Asombroso Rey, provocado, se dice, tanto por intimidaciones de mortalidad como por el derrumbe de mi último esquema genético.

—Brede te jodió, ¿eh? —El hombrecillo se echó a reír—. Ahora lo capto. El síndrome de la vieja nave hundiéndose. Con el pobre viejo Thaggy representando el papel de Titanic, y tú el de la Rata Jefe.

La carcajada del Lord Coercedor fue enteramente alegre.

—Vas a necesitar una gran cantidad de ayuda, muchacho. Estoy preparado para ofrecértela. Todo lo que pido es que pienses cuidadosamente en mi proposición. —Tomó un nuevo cigarro del humidificador y lo hizo girar entre sus dedos—. Creo que nos acercamos a un punto crucial en la historia de este mundo del Exilio. El ataque a Finiah fue solamente la obertura. Y si hay una lucha por el poder en perspectiva, ¿no tiene sentido el que todos los Humanos nos unamos lo máximo posible?

Tomó un cortacigarros del cajón y lo accionó expertamente sobre la punta del cigarro. Luego arrojó el pequeño y plateado utensilio a Aiken Drum, aún sonriendo.

Aiken recogió al mismo tiempo el cortacigarros y el pensamiento no expresado de Gomnol. Contempló el objeto, y vio las letras grabadas en el metal: SOLINGEN - ACERO INOXIDABLE.