La Reina Nontusvel y tres de sus hijos caminaban por el jardín antes del mediodía, mientras aún hacía fresco, y si la real dama se sentía aprensiva, sabía disimular bien sus temores.
La Reina arrancó un capullo color coral de una madreselva y lo mantuvo en alto como una invitación. Un colibrí se acercó casi inmediatamente, con sus azules y verdes plumas reluciendo iridiscentes cuando se lanzó perforando los rayos del sol. Bebió el néctar y soportó el que la Reina cosquilleara su cerebro pajaril. Cuando lo hubo hecho flotó por unos instantes ante su rostro, zumbando, y luego partió como una flecha hacia un limonero.
—Esas cosas son perversas, Madre —dijo Imidol—. Se lanzarán contra tus ojos en cuanto capten una insinuación de amenaza. Nunca deberíamos haberles permitido salir del aviario.
—Pero a mí me encantan —dijo la Reina, riendo mientras arrojaba la sorbida flor—. Y ellos lo saben. Nunca intentarán hacerme daño. —Aquella mañana llevaba una suave túnica azul. Su llameante pelo estaba recogido en una diadema trenzada.
—Eres demasiado confiada —dijo Culluket. Y aquella era la puerta que los otros dos habían estado esperando.
Imidol, el más joven y agresivo, aprovechó la ocasión con toda la fuerza natural del metacoercitivo.
—Incluso las criaturas que parecen inofensivas pueden ser peligrosas. ¡Considera las mujeres Humanas! Cuando se sienten acorraladas, cuando se ven enfrentadas a shocks psíquicos múltiples, pueden atacar en vez de desmoronarse en el modo complaciente que nos hemos acostumbrado a esperar de ellas.
—Esta nueva operativa puede ser una seria amenaza —advirtió Riganone.
Culluket tomó el brazo de su madre cuando llegaron a un amplio tramo de escalones rústicos que conducían a una zona de césped enmarcada por arbustos en flor. Un pequeño pabellón de mármol se alzaba en el centro del prado.
—Sentémonos aquí un momento, Madre. Tenemos que hablar de esto. No podemos posponerlo.
—Supongo que no —suspiró Nontusvel. Culluket sonreía tranquilizadoramente y radiaba afecto y preocupación. De los tres, era el que más se le parecía físicamente, con los mismos grandes ojos color zafiro y alta frente. Pero pese a su apostura y a sus grandes habilidades redactoras, raras veces era llamado por los demás miembros de la Casa para labores sanadoras, pese a que era su hermano. ¿Era cierto lo que decían los otros de que Culluket era demasiado concienzudo en su escrutinio del dolor?
—Seguro que en la Casa tenemos recursos suficientes para controlar a esa Elizabeth… con todo su poder sin torque —dijo Nontusvel—. Cuando vea más de nuestras costumbres, seguramente se unirá a nosotros. Es algo razonable.
¡Oh Madre incomprensiva! Qué desdicha.
¿Pantalla alzada Cull? ¡Oyentes!
Arribarrápido. Imi aparta a esos jardineros. Riga muéstraselo a ella.
—No deberíais susurrar detrás de mi mente —les recriminó la Reina—. ¡Ese barullo mental! Os enseñé mejor que eso, queridos. Ahora, una disquisición ordenada, por favor.
Riganone la telépata se alzó del banco de mármol y se puso a pasear arriba y abajo, alta y malva, sin conectar con la mente de su madre en modo íntimo.
—A primera hora de esta mañana, tal como había planeado, observé el despertar de la mujer Elizabeth. Sabía que sus pantallas iban a ser débiles estando medio dormida, y esperaba ser capaz de penetrar profundamente en ella sin dejar rastros durante los pocos momentos en que era vulnerable. Me dediqué yo a la tarea, en vez de Culluket, debido a que mi combinación de facultades telepáticas y redactoras encaja quizá mejor con las de Elizabeth, de modo que era menos probable que fuera detectado por ella… Creo que tuve éxito. Observé sus reacciones a los acontecimientos que tuvieron lugar en la cena de anoche, así como su respuesta posterior a la retirada del globo de aire caliente y otro equipo de supervivencia de su habitación. En cuanto a lo primero: contempla nuestra simple cultura con condescendencia y desdén. Considera nuestros modales bárbaros, nuestros esquemas mentales adolescentes, y nuestras costumbres sexuales incompatibles con la monogamia ritual y la sublimación fomentada entre la élite metapsíquica de su Medio. Nos desprecia. Nunca se integrará voluntariamente. Rechaza y abomina del papel de consorte real. Había algo muy profundo en sus motivaciones que fui incapaz de examinar, pero su resolución era clara e inmutable. Nunca se someterá al nuevo esquema genético delineado por Gomnol. En cuanto a nuestra abstracción de sus planes de huida… sigue esperando escapar de Muriah de alguna manera y convertirse en una Inferior.
¡Aliviosatisfacción!
—¡Pero queridos! ¡No podríamos pedir un desenlace mejor! Mi mayor ansiedad era que ella aspirara a convertirse en reina.
Y yo… terminar compartiendo el destino de Boanda y Anéar-Ia.
¡Nunca!, exclamaron al unísono las tres mentes.
La Reina se expandió para abrazarlos: Queridos niños flores de mi Casa.
Culluket dijo en voz alta:
—De todos modos, no debemos engañarnos. Incluso sin ambición, Elizabeth amenaza nuestra dinastía. He estado comunicándome con Nodonn en Goriah, y está de acuerdo conmigo. Tal como están las cosas en estos momentos, nuestro noble hermano es el obvio heredero del Thagdal incluso pese a sus fallos… y nosotros podremos ampliar nuestro poder bajo el cetro de Nodonn. Pero no podemos esperar tener éxito contra una línea de metapsíquicos operativos del tipo que Elizabeth y el Thagdal pueden engendrar. Podéis estar seguros de que Gomnol es muy consciente de eso.
El redactor proyectó dos diagramas genéticos.
—El primero muestra la descendencia si Elizabeth es homocigótica. Greg-Donnet dice que la operatividad metapsíquica es una dominante autosomal con penetrancia plena.
—¡Todos los hijos serán operantes! —exclamó con desánimo Nontusvel.
Culluket prosiguió:
—El segundo diagrama supone que Elizabeth posee un solo alelo para la operatividad. La mitad de su descendencia sería entonces operativa. Une entre sí a los operativos de la primera generación, y la próxima descendencia dará tres operativos de cada cuatro. Prosigue las uniones consanguíneas, ¡y tendremos toda una hueste de metapsíquicos sin torque listos para oponérsenos en la tercera generación!
La mente de Riganone inquirió: ¿Incesto?
Culluket dirigió a su hermana una débil sonrisa.
—El esquema es de Gomnol. No es alguien que sienta escrúpulos hacia nuestros tabúes Tanu. Y el Thagdal se está haciendo viejo y cada vez más susceptible a las sucias maniobras del Lord Coercedor Humano.
Las cuatro mentes hicieron una pausa para recordar la antigua infamia. ¡Un advenedizo Humano como Presidente de la Liga de Coercedores! El pobre viejo Leyr no había tenido ninguna posibilidad contra él.
—Al menos es un consuelo que el maldito sea estéril. —El joven Imidol desplegó vívidamente su odio—. ¡De otro modo Gomnol hubiera querido a Elizabeth para él! ¡Profanador de nuestros sagrados azul y oro!
Nos apartamos del tema inmediato Hermano.
—Culluket tiene razón —dijo la Reina—. ¿Pero qué vamos a hacer con Elizabeth?
Visiones: un globo rojo flotando hacia el este desde Aven, sobre el Lago Profundo hacia la larga isla de Kersik… Un barco gobernado por Highjohn, o incluso por la propia mujer, huyendo hacia el sur, a África… Una furtiva figura con un mono rojo abriéndose camino hacia el este a pie a lo largo de la alta espina dorsal de la península de Aven, guiada por ramas hacia las selvas de Iberia…
Consecuencias: El globo detectado rápidamente y perseguido por psicocinéticos voladores leales al Rey antes que a la Casa. El barco fugitivo localizado con mayor facilidad aún por los mismos adeptos PC, las velas de sus palos atrapadas por galernas conjuradas mentalmente. La mujer huyendo a pie representaría un problema más peliagudo… ¿pero hasta dónde podría llegar con todo el territorio alertado y cuatrocientos kilómetros que recorrer antes de alcanzar la tierra firme de España? Tendría que rodear la gran ciudad de Afaliah en la base de la península, escapar de su Caza y de las fuerzas de seguridad de sus plantaciones. De todos modos, si conseguía alcanzar las zonas selváticas catalanas…
—Estaría fuera de alcance del Thagdal y de nosotros —dijo Culluket—, pero expuesta a ser capturada por los Firvulag o incluso por el herético Minanonn. Y esto último, calculo, sería una calamidad aún peor que la que enfrentamos ahora.
El corazón de la Reina se encogió ante la siguiente pregunta.
—Entonces, ¿cuál es la solución?
—Debe ser eliminada —dijo Imidol—. Es el único camino. Y no sólo su mente, sino también su cuerpo tiene que ser destruido, a fin de que no haya ninguna posibilidad de que Gomnol utilice sus óvulos en sus obscenas maquinaciones.
Pequeños pinzones color oliva y negro gorjeaban en los limoneros. La brisa del Monte de los Héroes encima de Muriah estaba muriendo, y empezaba a hacer calor. La Reina extendió un dedo lleno de anillos hacia una pequeña araña que estaba descendiendo al extremo de su hilo del maderamen del pabellón. Su hilo flotó en un insensible viento, haciendo que el insecto aterrizara en la uña de Nontusvel. La observó posarse allí, peinando el aire con sus patas delanteras, su centelleante mente predadora tanteando.
—Puede que no sea fácil —dijo—. Sabemos poco de la capacidad ofensiva de alguien así. Si la enviamos lejos, puede que no desee volver. Puede que se sienta tan agradecida hacia nosotros que no desee hacernos ningún daño.
La araña inició un tanteante descenso desde el dedo de la Reina. La envió a la seguridad de la rama de un rosal trepador. Cómete el pulgón, pequeña cazadoraasesina, para que las rosas puedan seguir creciendo.
—Elizabeth es fuerte solamente en telepatía y redacción —dijo Culluket—. Sus otras metafunciones son despreciables. No puede evocar ilusiones concretas ni conjurar psicoenergías. Posee un pequeño factor de PC, pero es inutilizable para defensa o agresión. No posee poder coercitivo per se… pero su redacción está desarrollada a un grado formidable.
Imidol envió un irónico empujón a su hermano.
—Y tú, Interrogador, deberías saber, si es que lo sabe alguien, el potencial de perversidad en la corrupción del poder de curación mental.
¡Imi no tenemos tiempo para chiquilladas! En voz alta, Riganone dijo:
—El Medio Galáctico puso limitaciones en los metas de la categoría de maestros tras su rebelión. No se trata solamente de una restricción ética sino también de un bloqueo impuesto del superego, que pude ver muy claramente durante mi sondeo. Elizabeth no puede causar ningún daño a un ser sentiente excepto en la más grave defensa de sus semejantes Humanos.
Una pausa mental.
—Un punto a tener en cuenta —musitó Culluket—. Si tuviéramos tiempo suficiente… una compulsión autodestructiva podría ser efectiva. ¿No estás de acuerdo, Hermana Telépata?
—Su tono emocional era profundamente gris —admitió Riganone—. Se siente sola. Privada.
Y lo está, llegó el suave pensamiento maternal de la Reina.
Secamente, Imidol dijo:
—Cull y yo diseñaremos una compulsión adecuada. Planearemos un empuje coordinado accionado por los ciento nueve miembros de la Casa que se hallan presentes aquí en Muriah. Si esto no es lo bastante fuerte, entonces lo probaremos de nuevo durante el Gran Combate, cuando los demás lleguen aquí.
—No podemos contar solamente con la compulsión —dijo Culluket—. Intentaré elaborar algunas otras opciones. Y cuando llegue Nodonn, él puede pensar en algunos medios mejores de enfrentarnos a ella.
—¡El Thagdal no debe saberlo nunca! —les advirtió la Reina.
Ni Gomnol, añadió la mente de Culluket.
—Tenemos tiempo para maniobrar —dijo Riganone—. Recordad que Elizabeth tiene que ir primero a Brede para la iniciación, y que eso tomará algún tiempo. Ni siquiera el Rey se atreverá a interferir con una iniciación… o con Brede.
La enigmática imagen de la Esposa de la Nave flotó en todas sus mentes. La guardiana y guía de su Exilio, más vieja que el más viejo de todos ellos; algunos decían que era la más poderosa, y unos cuantos no dudaban de que era también la más sabia. Pero Brede raras veces intervenía directamente en los asuntos del Reino Soberano en la Tierra. Había sido un auténtico shock para todos cuando el Rey había anunciado que Elizabeth sería la iniciada de la Esposa de la Nave.
—¡Brede! —Imidol exudó el desprecio de la joven generación hacia los venerables misterios—. No está aliada con ninguna facción. De todos modos… Elizabeth es un peligro tan patente para todos nosotros que quizá, si apelamos a la esposa de la Nave…
Riganone se echó a reír sin alegría.
—¿Crees realmente que Brede no lo sabe? ¡Lo ve todo, oculta allá en su habitación sin puertas! ¡Lo más seguro es que fuera ella quien le ordenara al Thagdal que le enviara a la mujer Humana!
—Maldita sea Brede —dijo Culluket con maligno desdén—. Dejemos que la de las Dos Caras tenga a Elizabeth durante el tiempo de la iniciación. ¿Qué puede hacer? Cogeremos a la perra Humana de alguna forma cuando la Esposa de la Nave termine con ella. Elizabeth nunca se convertirá en la dama-reina en tu lugar, Madre.
Nunca, nunca, juraron los otros dos.
—Pobre mujer. —La Reina se levantó y salió del pabellón. Ya era hora de ir en busca de las frescas estancias interiores del palacio—. Siento tanta lástima por ella. Si tan sólo hubiera alguna otra forma.
—No la hay —dijo Imidol. Impávido en sus ropas azul y oro de coercedor, ofreció a Nontusvel su brazo. Los cuatro echaron a andar por el sendero del jardín.
Allá en la rosaleda, la pequeña araña estaba atareada chupando los jugos vitales de un pulgón. Cuando el pinzón se abatió planeando sobre ella, ya era demasiado tarde para eludirlo.